Bienvenidos

Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

lunes, 27 de febrero de 2012

De soledades

De soledades

Nací en un barrio aislado de Córdoba, de casitas blancas, con ritmo de vida rural. Casas abiertas, patios con macetas, salida nocturna a la calle con las sillas y mecedoras para hacer vida comunitaria, todos a una ante la desgracia de un convecino, partos en las casas y niños jugando solos en el exterior y reprendidos por cualquier adulto que pasara. También chismorreos y meterse en las vidas ajenas. En fin, con todo lo bueno y lo malo de vivir en comunidad.

En mi anterior entrada comentaba que jamás se había tenido en España un nivel de vida tan alto como en los últimos años, pero jamás han habido tantas quejas.

Al margen de los banqueros, neoliberales, corrupciones y demás, que siempre han existido y posiblemente con mucha más fuerza, una buena parte de culpa la tiene la soledad en la que vivimos.

La comunidad ha muerto. Se ha pasado de la fraternidad social a la familia como eje central y casi único de nuestras relaciones. La intimidad ya no se comparte. Hay un muro infranquable en la puerta de cada hogar y los de fuera se convierten en simples amigos o compañeros de trabajo con los que charlar de vez en cuando, pero sin formar la comunidad, la tribu que siempre ha existido.

La vida rural con su vida comunal ha desaparecido. Antes habían dictadores, nobles impresentables, curas impositores, pero las desgracias se compartían entre todos y una parte de poder, aún insignificante, pertenecía al pueblo entero. Ahora nos encontramos solos ante la adversidad. No nos podemos apoyar en el resto de la comunidad. Vivimos aislados y con la sensación que, estando tan solos, nada podemos hacer frente al poder.

Vas a la manifestación llena de desconocidos. Durante unas horas hablas el mismo idioma de otros miles, pero tras la misma, todos vuelven a casa y se vuelven a encerrar en su soledad, en su aislamiento. Y lo malo de esta soledad es que se convierte en rutina. Ya no sabemos interactuar. Vas al gimnasio y cada uno se dedica a lo suyo sin apenas entablar relación con el resto. Vas al mercado, al hiper, la barbería o a la mercería de la esquina y sucede exactamente lo mismo.....rutinas de soledad.

El primer paso para repartir elpoder es volver a crear comunidad, aun en las grandes ciudades.

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domingo, 26 de febrero de 2012

Lucha social

Durante los siglos XVIII, XIX y XX se sucedieron los movimientos que han cambiado por completo el panorama de libertades y el reparto más justo de la riqueza. El marxismo, el sindicalismo, el feminismo y el capitalismo, los más importantes pero no los únicos, han cambiado el nivel de vida de la gente y han conseguido que nuestra sociedad sea más equitativa, justa, racional, formada y decente.

La lucha ha sido brutal y ha dejado innumerables muertos, presos y sufrimientos de todo tipo en las personas que no se conformaron con el satus quo de la nobleza y el clero. A todos ellos les debemos gran parte de lo que disfrutamos ahora.

Pero el trabajo no está acabado. Hay mucho trecho recorrido, el más duro, pero queda mucho por hacer.

Y en el trabajo que queda por hacer, ya no sirven los métodos que tuvieron que emplear nuestros antepasados (que no tuvieron más remedio). Se ha conseguido un sistema de libertades que, aún imperfecto, da cabida para poder afrontar el auténtico reto al que nos enfrentamos, que no es económico, por mucho que la crisis esté haciendo sufrir, sino de reparto de poder.

El marco político actual es a todas luces insatisfactorio. Y todos somos responsables de ello. Por ingenuidad, inocencia o simple dejadez, la inmensa mayoría de la sociedad ha dado el poder a unos pocos, ya sea a través de las urnas, y sólo de las urnas, ya sea por dejar que la creación de riqueza esté en manos ajenas, conformándonos con un sueldo, y no entrando a ser agentes activos en la economía.

Las pancartas, las manifestaciones, las quejas, los movimientos de indignados, los silbatos o la violencia, que en su día fueron imprescindibles, hoy son ineficaces y absurdos. No más pedir, no más "exijos". Todo ello no son más que formas pasivas de descargar emociones. Como mucho pueden servir para que el de arriba "conceda" una mínima lismona para que, dando algo, todo quede igual.

Tenemos armas mucho más poderosas que la queja, armas que nuestros padres y abuelos consiguieron darnos a base de mucho dolor: las libertades. Y con esa libertad, si la usamos de verdad, sí que cambiaremos la forma de hacer política, sí que conseguiremos ese reparto de poder.

Pero la libertad es tremendamente incómoda. Supone entrar de lleno en la vida política de la comunidad, entrar o crear asociaciones de vecinos, asociaciones de pacientes dispuestos a trabajar codo con codo con los sanitarios para colaborar en la mejora de la Salud de la población. Supone que las asociaciones de padres de alumnos estén abarrotadas de padres dispuestos a trabajar y colaborar en todo con los colegios. Supone que el funcionario no cumpla sólo con su trabajo sino que se implique activamente en la mejora contínua de los servicios. Supone que millones de trabajadores no paguen sólo su cuota sindical, sino que participen activamente en las políticas de los sindicatos. Supone que millones de personas se afilien o creen partidos políticos y obliguen a abrir debates internos y a democratizar internamente esos partidos. Supone que millones de personas dejen de buscar empleo o se presenten a oposiciones y empiecen a pensar en crear empleo.

No es hora de la queja sino de la acción.

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sábado, 18 de febrero de 2012

Codependencia

Al que de vez en cuando se haya acercado a este blog, o a mí en persona, no le extrañará esta entrada.

La mayoría de post que he escrito gritan, desde uno u otro prisma, contra la codependencia.

Todos somos interdependientes, nos apoyamos más o menos en los demás. Al fin y al cabo, somos seres comunitarios, estamos programados para vivir en sociedad, y conlleva muchas ventajas...y algunos inconvenientes.

Pero la codependencia es una adicción, no una necesidad. Es la adicción más frecuente. De hecho, más del 90% de las personas tienen un grado mayor o menor de codependencia.

¿Qué es la codependencia?
Aunque esta palabra no está en el diccionario de la RAE, el concepto es claro: consiste en estar centrados en otra persona o circunstancia fuera de nosostros mismos. Supone una actitud en la vida que suele ser fomentada y aplaudida por el entorno como un rasgo propio de la generosidad, bondad, incluso amor (véase una entrada previa sobre "Las mujeres que aman demasiado").

Ser una buena madre, un buen hijo o un buen esposo significa preocuparse por el otro más que por sí mismo: es el sumun de la santidad. Sin embargo, no es más que una conducta adictiva caracterizada por el control obsesivo en los problemas o circunstancias de otros en detrimento de las propias. Son personas que se autoimponen ser los salvadores de otro u otros. Cuidan y se involucran en las vidas de los demás para salvarlos, ya sea del alcoholismo, del ateísmo o de cualquier circunstancia que consideren negativa para la vida del otro.Se preocupan tanto de "salvar a los demás" que terminan convirtiendo sus propias vidas, y la de los que intentan salvar, en un caos.

Cuando no consiguen salvar al otro, como en cualquier otra obsesión, en vez de parar, piensan que no han hecho lo suficiente o no lo han hecho lo suficientemente bien y redoblan sus esfuerzos cayendo en una espiral interminable de frustraciones contínuas, que terminan en el reproche, la culpa y el vacío y en una falta de confianza en un mundo que no quiere cambiar como esa persona cree que debe cambiar. El fin suele ser el típico pensamiento "el mundo es una mierda", "no merece la pena", "todo es injusto".

"El codependiente sufre por cosas por las que realmente no le corresponde sufrir. Monopolizan el sufrimiento ajeno y lo hacen propio. Al mismo tiempo se olvidan de sus propios problemas" (Arturo Soria).

"Por alguna razón en algún momento de nuestra vida asumimos que nuestra obligación o deber era cuidar de los demás, que esa manera de actuar nos ennoblecía y nos confería nuestro valor más intrínseco como personas. Es por eso que podemos malgastar nuestra vida rescatando a las personas que nos rodean.

Rescatar, consiste en hacer cosas por los demás que son perfectamente capaces de hacer por si mismos y que probablemente deberían estar haciendo". (Arturo Soria).

"Rescatamos cada vez que nos hacemos cargo de las responsabilidades de otro ser humano, de los pensamientos, los sentimientos, las decisiones, la conducta, el crecimiento, el bienestar, los problemas o el destino de otra persona”. (Scott Egleston).

Quieren cambiar a los demás, pero no saben cambiarse a sí mismos.

Se parte de una idea errónea: podemos cambiar a las personas que nos rodean. Y se olvida lo esencial: sólo podemos cambiar lo que depende de nosotros.

"La manera mas segura de volvernos locos es involucrarnos en los asuntos de los demás y la manera más rápida de volver a estar sanos y felices es atender nuestros propios asuntos”. Melody Beattie.

No siempre la codepndencia es entre dos personas. Cada vez asistimos más a la codependencia social, a personas que se involucran demasiado en todos los problemas sociales y se olvidan de lo más importante, los propios problemas. Se sienten buenos siendo solidarios, luchando por los demás, por la justicia. Quieren (y creen que pueden) cambiar el mundo, cuando la única manera de cambiarlo en efecto es ocupándose de uno mismo.

El mundo está regido por una minoría de personas que no son codependientes.

“A fin de cuentas, los demás hacen lo que quieren hacer. Se sienten como se quieren sentir (o como se están sintiendo), piensan lo que quieren pensar, hacen las cosas que creen que necesitan hacer y cambiarán sólo cuando estén listos para cambiar. El hecho de que ellos no tengan razón y nosotros si, no importa. Tampoco importa que se estén lastimando a si mismos. No importa el hecho de que nosotros podríamos ayudarles si nos escucharan y si colaboraran con nosotros. NO IMPORTA. NO IMPORTA. NO IMPORTA, NO IMPORTA (…) La única persona a la que puedes o podrás cambiar es a ti mismo. La única persona a quien te corresponde controlar eres tú.” Melody Beattie.

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