Bienvenidos

Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Egooglación y wikiciencia

Rogorn
en Blogorn

Antes de nada, léase si no se ha hecho aún la última Patente de Corso de Arturo Pérez-Reverte y luego continuamos.

¿Ya? Bueno, pues me quedo en el momento en el que acaba la historia, con uno de los chavales preguntando qué era Sodoma. Me imagino a la profe intentando cómo contarles (porque supongo que es de las que aún sabe esas cosas, sea creyente o no) que era una ciudad de pecadores en la Biblia que sería perdonada si había un solo hombre justo en ella, pero esperando entre sudores que no cayeran en la cuenta de relacionar Sodoma con los sodomitas y la sodomización, porque entonces aquello podría derivar a terreno espinoso. Pero me desvío del tema (y no como lo haría un sodomita, aunque si lo hiciera ¿qué?): a lo que iba es a que si el chaval se hubiera llevado la duda a casa o hubiera topado con una profe que ignore cosas básicas de la Biblia (que empezará a haberlas, horroricémonos a coro), ¿qué hubiera hecho para saber qué era eso de Sodoma y sus justos? Respuesta: pillar un ordenador e irse al gúguel o la wiki. Fijo. Quizá haya en casa una enciclopedia de esas de veinte volúmenes en papel, bellamente ilustrada y finamente encuadernada, de las que te vendían de puerta a puerta (recuerdo vendedores de ésos) o te daban al comprar una cubertería, o un coche, o lo que fuera, pero en el tiempo que tardas en saber siquiera si Sodoma está en el volumen 16 o el 17, ya has encontrado en internet más de lo que podrías o querrías saber sobre Sodoma y su pecado favorito. Y así haría el chaval de 15 tacos con todo lo que quisiera saber, como por ejemplo quién era el fulano ese de las canas en la barba, Reverte era, ¿no?, como uno que sale en ‘Rebelde guay cazavampiros embrujados’, o como se llame. Y me juego un corre que te cagas con chorreras blancas a que cualquiera que lea esto, tenga quince años o varios múltiplos, haría y hace lo mismo para cualquier duda que tenga, desde cuándo nació Velázquez hasta qué pecado nefando cometían los gomorritas para merecer su puesto en la historia con sus primos.

Pregunta, pues: ¿eso está bien, mal o por el medio? Pues hombre, bien, claro. No puede ser de otro modo. El saber no ocupa lugar y todo eso (y ahora menos que nunca, ocupa el espacio de un portátil con wifi, por ejemplo). Cualquier ocasión es buena para desasnarse (palabro que me encanta), y tal. Fale. Entonces no importará que el chaval copie y pegue un resumen de ‘El capitán Alatriste’ que encuentre por ahí (si no tiene el morro de pedir directamente en un foro ‘ke m lo hga algien, xfa’) para la clase de Lengua, o que pase de aprender nada porque total, está todo en intrené. Y mientras que lo primero es claramente reprobable (el profe ya sabe lo que pasa con Alatriste, se trata de que aprendas a redactar tú solo, so vago), lo segundo ya es un poco más discutible. Porque no deja de ser cierto. Ya nadie se sabe ningún número de teléfono, porque los metes en la memoria y buscas por nombre. Normal y lógico. Así que, ¿por qué aprenderse la capital de Moldavia (y aquí os he pillao a todos, porque además es un país de verdad, no de tebeos de Tintín), si San Gúgel te lo dice en un pispás? Además, si ni siquiera sabes escribir Moldabya, Gugui te corrige y todo, muy educadamente: ‘quizá quiso decir ceporr... estoooo Moldavia’. ¿Para qué saberse la tabla de multiplicar, habiendo calculatrices? Y así con todo. Es la misma economía del esfuerzo que lleva a la gente a lavar en lavadora en vez de a mano, o a ir a los sitios en vehículo de motor en vez de en el caballito de San Fernando.

Ejemplos se pueden poner muchos, y la mayoría de las veces está claro si una dependencia de internet es excesiva en determinado caso o no, pero la frontera se va borrando cada vez más, y hay lugares en que está bien que así sea. Y los primeros de ellos, en la enseñanza. Si ya no puedes mandar a los alumnos un trabajo para casa porque todo lo copian y pegan (y los propios profesores refrescan sus memorias y notas copipegando cosas también, fijo), entonces diseña otra actividad que no penalice sino que al revés, refuerce la facilidad de encontrar información, para luego analizarla. O si no, te dedicarás a perder un tiempo valioso en rastrear de dónde han copiado los muchachetes la información, y, por cierto, lo harás usando, lógica paradoja, el mismo Google del demonio. Porque el mundo del mañana (y qué demonios, el mundo de hoy y el de ayer por la tarde) está hecho de torrentes de información, y eso es lo que hay que aprender a manejar. El día de mañana, el chaval seguirá yendo a la Wikipedia a enterarse de lo que le haya picado la curiosidad esa vez. Enséñale entonces a ser crítico con lo que lea. O ponle a hacer una página para la propia Wiki, por ejemplo. Para que vea que lo que se recoge gratis de ahí costó su trabajo hacerlo.

En fin, que lo que hay que hacer es adaptarse a lo que viene en lugar de temerlo, o la educación ‘clásica’ se convertirá en algo tan invisible como los anuncios de una página de internet, que están ahí, pero no los mira nadie... a no ser que provoquen interés. Y si hay que recurrir a un par de tacos y a una entradilla de periódico sensacionalista, pues que así sea. Siempre que luego se llegue a lo importante. Porque estas cosas las carga el diablo, y me apuesto a que alguno acabó aprendiendo ese día no quién era Quevedo, sino que Dios en la Biblia destruyó una ciudad de maricones que se daban por el culo, entre ellos Góngora, que además era judío y la tenía larga. La nariz. O algo así. K fuerte, klega. MariJuli tia buena, tk, ponedlo xfa.

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lunes, 16 de febrero de 2009

XXX

Lenka
en Esperando a los búhos

En una ocasión de fiesta y jolgorio se lamentaba un colega de cómo somos las mujeres, y para dar solidez a sus argumentos (no entiendo muy bien cuáles ni cómo) preguntaba al auditorio a cuántos de los presentes varones les molaba el porno. Se alzaron todas las manos, todas. Cuando el tipo repitió la pregunta a las féminas, sólo se alzó mi mano. En aquel momento tendría que haber dado muchas explicaciones y matices que, dado el incalculable nivel de alcohol en sangre de la concurrencia, habrían caído en saco roto. Pero la cosa me siguió zumbando en la mollera, así que hoy, con tiempo y lucidez, creo poder explayarme.

Me gusta el porno como idea. Si podemos disfrutar viendo cómo otros aman, sufren, viven mil aventuras, cometen bajezas u obran prodigios, podemos disfrutar también viendo cómo otros gozan de los placeres de la carne. Por qué no? Es un goce que compartimos y entendemos. El sexo forma parte de la vida. Hasta ahí, todo estupendo. Ahora bien, lamentablemente no me gusta el porno tal y como es. Vaya por delante que hablaré por mí, daré mi opinión, teclearé en primera persona. En modo alguno pretendo ni voy a ser la voz de nadie, ni de mis amigas, ni del vecino del quinto ni del Santo Padre ni de las mujeres en general. Yo.

El porno, tal y como es, no me gusta por varias razones. La primera de ellas es que entiendo que está hecho por hombres y para hombres. Es decir, para su uso y disfrute. Es decir, desde un prisma totalmente masculino. Pero digo más, desde un prisma tan ostentosamente falócrata que pasma. Vayamos por partes.

El porno, en general, recrea fantasías masculinas. Y añado: pueriles hasta el paroxismo. Se repite todo. Se repite el esquema de la coyunda, véase, un minutejo de cunnilingus, una generosa felación, vaginal, anal y explosiva eyaculación sobre ansiosa anatomía femenina. Una y otra vez, con pocas variantes. Se repite el arquetipo femenino, véase, rubia neumática. Hasta el punto que lo que se salga de ahí se etiqueta adecuadamente: asiáticas, latinas, negras, gordas, lo que proceda. Como si no fueran mujeres, o fueran mujeres raras, ajenas, de otro tipo. Se repite la parafernalia, véase, uniformes absurdos, lencería hortera, uñas kilométricas, tacones imposibles, cueros, látex. Se repite la teoría: mujeres viciosas y siempre dispuestas, en cualquier situación o momento, no importa si con uno o con catorce, sin necesidad del menor estímulo, provocación o aliciente. De hecho, normalmente son ellas las que atacan al macho, quizá el súmun de la fantasía masculina.

Naturalmente, se repite la escena lésbica en toda película del ramo. Otra fantasía recurrente. Supongo que será una mera cuestión numérica (mejor cuatro tetas que dos). Pero claro, las lesbianas del porno no son lesbianas, porque el hombre siempre va incluido en el numerito, ya sea como mero espectador o incluso participando. La lesbiana no es lesbiana, es una señora calentona dispuesta a lo que sea por excitar al hombre. La lesbiana es cualquier mujer con ganas de cumplir las fantasías de su contrario, la posibilidad maravillosa del trío con la cuñada. Es más, la mujer que se excite con escenas o fantasías lésbicas es considerada por el hombre como abierta, chachi, moderna. Jamás hay escena entre hombres, porque da asco. Porque un hetero no debe excitarse con semejante marranada. Supongo que la conclusión entonces es que, en general, el hombre hetero que no se excite viendo sexo gay es carca, cerril y conservador. Y nunca será lo bastante moderno o abierto como para plantearse cumplir la fantasía del trío con el cuñado. A santo de qué tantas implicaciones? La fantasía es fantasía. El sexo es sexo. Es hermoso y es excitante, lo protagonicen macho y hembra, dos hembras, dos machos, una legión o la comunidad de vecinos en pleno. Por qué tanto miedo? Que me excite una escena entre féminas no me convierte en lesbiana, ni siquiera en bisexual, no soy más moderna ni más cool. Sólo empatizo con lo que transmite la escena, con lo que sé y conozco del placer, el mismo que ellas me dicen sentir. Es la misma empatía que siento cuando le río un buen chiste al villano, y eso no me convierte en sociópata. Cada cual sabrá qué le pone y qué no, pero esa repugnancia masculina ante lo homosexual y ese gusto tan normalizado por el rollo bollo me resulta de lo más curioso e incongruente. Supongo que la única explicación es la obvia: que las escenas tortilleras del porno son absolutamente masculinas y heteras en el fondo. Jamás veremos una escena lesbi sin falos, reales o plastificados. Siempre hay penetración. Pero es más, es que siempre hay falos insertados hasta la laringe. Y, por más que lo medito, no logro entender qué estimulación puede sentir una lesbiana chupando un dildo. Siendo penetrada quizá (las hay que lo disfrutan, las hay que se asquean con la idea), pero metiéndoselo en la boca y fingiendo una felación?? No les gustaría hacérsela a un ser vivo gozante, así que imaginaos a un cacho goma, que ni siente ni padece. A no ser, claro, que las tías tengamos otro punto G en la tráquea, y yo sin enterarme!!!

Ellas no importan mucho. Cumplen una función estética, de entrega total, de sumisión, de complacencia. Importa la eyaculación (que es el premio gordo). Ellas, al fin y al cabo, viven un contínuo y agradecido orgasmo, desde que el butanero abre la puerta y las mira. El placer de ellas es facilísimo, no requiere esfuerzo ni dedicación. Ellas gozan porque ellos gozan. Simplísimo. Y no hablemos ya de los planos!! Otra cosa que no comprendo. Dicen que la belleza está en el interior, pero cielos... tiene que ser tan literal? Por más que lo intento, no logro ver qué tiene de erótica una fosa abisal, un útero o un intestino. Y no me explico cómo es que no se venden en los Sex Shops vídeos de autopsias o de operaciones a corazón abierto. No me explico cómo es que no hay más tíos estudiando ginecología o patología forense. Semejante genitalidad me baja la líbido a los talones. Semejante devoción por el agujero (el que sea), por su capacidad de dilatación, por contabilizar cuántos objetos fálicos o falos de tomo y lomo caben por el mismo resquicio, me asombra. Pero resulta que es la esencia misma del porno. Tienen que enseñarnos que es real. De nuevo me resulta pueril y simplón. Cuando voy al cine no necesito que los actores palmen de verdad, ni que sangren de verdad, ni siquiera que lloren de verdad. Me basta con que me lo hagan creer de manera convincente.

Para mí ninguna escena de cine porno puede superar jamás en erotismo, belleza y calentura de bajos a cualquier escena sexual de una peli normal y corriente. Jamás. Porque lo que yo quiero es ver caras de placer, gestos de placer, oír susurros, frases cochinotas, una caricia ruda, una ropa que se aparta con impaciencia, el sudor que te pega el pelo, el carmín que se emborrona. Conozco perfectamente los mecanismos fisiológicos de la penetración, me sobra imaginación y experiencia propia para evocarlos en mi mente, así que no concibo que sea de vital importancia mostrarme un cacho de carne meterse a empellones en otro cacho de carne con posturas imposibles y cámaras indiscretas. Ya sé lo que es. Ya sé que están fornicando. No soy cortita. Enséñeme usted la cara de nirvana que ponen, que ya me imagino yo el resto. Puestos a enseñar, enseñe usted algo que vaya más allá del ariete. Enséñeme que se puede tocar el sexo de alguien sin que parezca una zambomba o una batidora, enséñeme caricias, roces, juegos en la ducha, un pañuelo de seda, una pluma, dejarse la ropa puesta, hielos, bombones, nata montada, cojines, las mil posibilidades, y no sólo un martillo neumático taladrando a una tía con la pierna detrás de la nuca pa que veamos todos que es verdad, sí, sin trampa ni cartón, vamos, como que está la cámara tan cerca que le puedo contar las venas a la muchacha.

No hablemos de los diálogos, por los dioses benditos. De verdad, lo juro, no necesito que declamen a Shakespeare, no necesito que se casen al final y tengan hijitos. En serio. Pero cristo, por favor, cómo puede alguien excitarse con cosas del tipo: "mmmm, vaya, ya veo que eres una guarrilla!! Ay, sí, es que tengo aquí como un picor... rásqueme, Señor Director". Eso es, como poco, para espatarrarse, pero de la risa. Me juego lo que sea, a ojos cerrados, que en cualquier dormitorio, en la más corriente y moliente alcoba conyugal de matrimonio de toda la vida se pronuncian frases más excitantes y evocadoras que en estas desgracias guionísticas. Apuesto lo que sea a que el sueño tórrido de una novicia carmelita del medievo me resultaría más lascivo y provocador que cualquiera de estas escenas chorras e insulsas. Y es que esa es otra. Cuando se quieren poner originales, creativos, culturetas y exquisitos, aún la fastidian más. Porque vamos a ver, por favor, si a usted se le antoja contarme una historia erótico festiva basada en las andanzas de una frívola y siniestra princesa de Transilvania... pretende que me la crea encarnada en la típica y tópica tiparraca peliteñida, con uñas de porcelana, tanga de leopardo bajo los faldones, tacones de aguja, vello púbico en forma de corazón y pechugas de silicona??? Usted se cree que para trasladarme a los Cárpatos en plena orgía de vicio basta con agarrar a la Playmate de Febrero del dos mil y ponerle un corsé de plástico???

Un poco de realismo no vendría mal. A mí me encantaría. En el físico, para empezar. Estoy hasta la peineta de tías de goma y chorbos con pinta de marines depilaos. Y hasta el moño de situaciones inverosímiles que rozan el esperpento y rebasan la cutrez. Hasta las orejas estoy de escenarios casposos, de impedimenta ridícula. Harta del butanero con bronceado californiano recibido a puerta gayola por una penca en picardías, botas hasta el muslo y un plumero en la mano, así, fíjese, es que me había puesto cómoda para limpiar el polvo... ven pacá que te vi a dar yo polvo del güeno. Es que me escojono a mandíbula batiente. Por favor, cuéntenme algo que pueda creerme. Sáquenme a un chaval normalito, qué sé yo, un estudiante con sus vaqueros, su camiseta de Maiden y sus gafas trincando contra la pared a una chica con falda hippie y sin pintar, escondidos en el laboratorio de química. Cuéntenme la del fontanero si quieren, pero con una señora hermosa, normal, de carne y hueso, una que podría ser yo misma, o la cajera del super, poniéndose morada con el del quinto, pa que la próxima vez que nos crucemos en el portal se me escape una sonrisita tonta.

Hablen de sexo, puro sexo, sin argumento, sin moraleja, sin valses nupciales al final, pero de un sexo real, reconocible, empatizable, imaginable, de algo que suene y huela a sexo, que yo pueda fantasear que es posible, que le puede pasar a cualquiera. Cuenten historias de perversidad psicológica, de aventuras escabrosas, de fornicios prohibidos. Déjenme ver mujeres maduras, hombres con pelos, pecas, lunares, pechos de carne (para los que los hayan olvidado: son los que se mueven), zapatos bajos, bragas, bravos vikingos o monjas lujuriosas, pero que se pueda creer. Y, lo lamento, las monjas no usan ligueros. Ni carmín. Déjenme jugar a creer que esa podría ser una monja, oivá, flípalo, colega. Qué fuerrrrte. Déjenme creer que ellos no ven las cámaras, como en una peli cualquiera. Que estoy siendo la mirona de una escena privada. No me metan la cámara en la entrepierna de nadie, porque yo tampoco quiero pensar que hay cámaras con ellos.

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jueves, 12 de febrero de 2009

La Helvin y la Moller

Rogorn
en Blogorn

A ver, para empezar, prueba de agudeza visual: ¿cuántos años tiene la tipa de la foto? Piénsenselo un momentejo y luego sigan leyendo (si gustan). Mientras tanto voy contando que se llama Marie Helvin y que la semana pasada, la cadena inglesa de tiendas Marks & Spencer lanzó una nueva línea de ropa usándola como modelo, a pesar de la jurásica edad que en el ramo se supone que tiene: cincuenta y seis tacos de calendario. Y que conste que M&S no será Armani, pero es una marca seria, no de catálogos por correo, así que no la han contratado para anunciar fregonas o sonotones. Como puede verse por las fotos, es una campaña de moda con todas las de la ley.

En todas partes donde se comenta la noticia se está recibiendo como una especie de nueva barrera rota. Y por supuesto que lo es, pero lo que falta discutir es qué tipo de barrera se está rompiendo: la de que si una mujer cuyo trabajo se basa en la belleza física se cuida bien puede durar en el negocio de la moda durante más tiempo del que se pensaba, o la de que es imposible hacerlo si una no se somete a un tipo de patrones dictados por una industria con unos caprichos muy concretos. Porque viendo el aspecto de la Helvin, se pueden tener varias reacciones: ‘está estupenda’ (añadiendo ‘para su edad’ a menudo, supongo), o ‘lo que se habrá tenido que hacer para estar así’ (si alguien tiene curiosidad, la última foto de esta serie es de ella hace 20 años, que en vez de ser del Jurásico es sólo del Neolítico, ya que tenía 36 tacos). O también, ‘por Dios, si parece de cera’.

El caso me recordó inmediatamente al de la actriz Renée Russo, anteriormente modelo, que cuando rodó ‘El secreto de Thomas Crown’ con Pierce Brosnan en 1999, iba por ahí presumiendo de tener 45 años y estar guapa de sex symbol. Bueno, pensé yo, para empezar, en las escenas de sexo os doblaban a los dos (aunque el vestido negro del baile no le dejaba de quedar mal), y para seguir, tendrás 45, pero no parece que los tengas. Porque es una cosa muy diferente tener 45 y aparentar menos, que aparentarlos y aún así estar guapa (de la forma que Hollywood quiere, claro). Así que, ¿qué estaba reivindicando, la suerte (o el trabajo) que había hecho que aparentara menos, o el derecho de tenerlos, parecerlos y seguir valiendo para el negocio? Porque de la manera que lo contaba, parecía que se lo merecía por sus sacrificios, no porque su edad fuera un accidente. Con lo cual, vendría a reforzar lo que decía yo antes: con este tipo de cosas no se potencia más que una determinada idea de feminidad: que a las mujeres a quienes se presta atención por su atractivo no se las deja aparentar la edad que tienen.

Hace un par de años hubo otro intento de ‘romper barreras’, cuando otra cadena inglesa, John Lewis, fichó a la sudafricana Lauren Moller anunciando, oh maravilla, que era ‘de figura más llena’, una talla 12 (paso de investigar cuánto sería eso en el continente aislado, porque ni en él se aclaran). Y se produjo tal lío con si se habían inflado las cifras (paradójicamente, en este caso), que la campaña y la modelo al final pasaron a mejor vida. Y para qué hablar de Sophie Dahl, la nieta del autor Roald Dahl, que empezó de modelo carnosa y orgullosa ahora es toda ojos y barbilla.

Todo esto, sin embargo, a mí me parece comentable y demás, pero no me escandaliza para nada. Quien se deje meter este tipo de cosas por los ojos, allá ella (y él), y ojalá sea ella tan feliz siguiendo esos dictados como quien no lo hace. El problema viene, supongo, cuando se desea más o menos secretamente, ser de las otras. Y de esa batalla ya va valiendo de echarle la culpa a la publicidad. Mírese uno dentro, que la gente no son recipientes vacíos.

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lunes, 9 de febrero de 2009

Minorías

Por Juan.
Blog: Adicto a la gente

A raíz de leer una entrada de Eduard Punset titulada “Para que se ocupen de tí, tienes que pertenecer a una minoría”, que podeis leer pinchando en el vínculo que tengo a su blog, se me ha ocurrido hablar de este tema.

No estoy del todo de acuerdo con el señor Punset, pero no le falta razón en algunos aspectos.

Cuando hablo de minorías, no me refiero tanto al número de personas que conforman un conjunto, sino a un grupo específico que requiere de una ayuda especial (económica, de servicios o jurídica) para poder llevar una vida normal y así tender a una sociedad, no igualitaria, que no me gusta nada la palabra, sino equitativa. Hablo de esta distinción esencial, ya que, como puso Kaken en su blog cuando hablaba de equidad, la palabra igualdad se suele utilizar de manera interesada. La equidad es más justa: dar a cada uno lo que se merece. Supone una igualdad de oportunidades y de deberes.

Hablar de minorías hoy en día, muchas veces nos sirve para confirmar lo buenísimos que somos, sin entrar a valorar en profundidad el auténtico alcance de tantas chorradas que se oyen y hacen. Parece que nos hemos vueltos ciegos a lo que yo llamo “el abuso de las minorías”. No se pueden poner objeciones a las “ayudas” al colectivo inmigrante, gay, enfermo con SIDA o drogadicto, por poner algunos ejemplos, so pena de ser calificado de homófobo, racista o cualquier otro insulto por el estilo. Por supuesto, si estás en contra de la discriminación positiva (vaya primera chorrada, la discriminación siempre es positiva para el discriminador y negativa para el discriminado) en favor de la mujer, eres un machista de tomo y lomo.

Para comenzar el tema, lo primero que hay que hacer en una política seria, es la definición del problema.

¿Qué minorías necesitan ayuda?.
· Colectivos que por diversos motivos, tienen una disminución en sus capacidades, no achacables a su propia voluntad. Ancianos, niños, enfermos o discapacitados en distintos grados, entran de lleno en esta categoría. Aquí no hay duda de la necesidad de que toda la sociedad, con el Estado por delante, hagan todo lo posible para disminuir en lo posible, la dependencia o dificultades de estos colectivos. No se puede decir que tengan más derechos, sino que tienen más necesidades que atender.
· Colectivos con sus capacidades íntegras, pero con derechos cercenados por las autoridades o dificultados por la sociedad. El colectivo gay, hasta hace poco, era un ejemplo. En algunos casos, los inmigrantes también pueden tener algunos derechos, al menos dificultados. En estos casos se necesita, por una parte, una acción puramente legal que otorgue los derechos que no posean y, por otro, un cambio de mentalidad de la sociedad, para que esos derechos conquistados se afiancen en el día a día. Otro colectivo sangrante es el de la trata de blancas (no la prostitución libremente ejercida) a las que hay que dar todas las facilidades legales para que puedan salir de su esclavitud.
· Colectivos con capacidades íntegras pero, por razones ajenas a su voluntad, necesitan puntualmente un soporte. El ejemplo típico son los parados, especialmente los de larga duración, por tener una edad poco apetecible para los empresarios. Las facilidades dadas a empresas para contratar a este tipo de personas, no se pueden considerar tampoco como una discriminación, sino como una auténtica necesidad. En este grupo entrarían también las personas demasiado jóvenes y sin experiencia.

En estos casos, muy globalmente expuestos, creo que todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de una ayuda complementaria y entran de lleno en el concepto de equidad.

Abusos de las minorías
Para algunos, el hecho de pertenecer a uno de estos colectivos desfavorecidos, les da derecho a todo sin ningún deber a cambio. Le das la mano y se toman el brazo. Lo consideran como una patente de corso para hacer lo que les da la gana. No piden, exigen derechos y gritan más que nadie, pero se olvidan de sus deberes mínimos. Habitualmente los que más gritan son los que más se tendrían que callar. Voy a exponer algunos ejemplos ilustrativos que conozco bien.

1. Drogadictos y SIDA. Este problema ya casi ha desaparecido, pero fue sangrante en su momento. Las buenísimas autoridades consintieron todo tipo de atropellos de una parte de este colectivo. Ingresaban hechos polvo, con 40º de fiebre por una Tuberculosis activa. Tras una semana de tratamiento (el habitual en la Tuberculosis oscila entre seis y nueve meses para la desaparición completa del germen), mejoraban la sintomatología y pedían el alta voluntaria....cuando aún eran bacilíferos (aún podían transmitir la enfermedad). Consecuencias de este acto: iban contagiando a toda la población por una parte, y creaban resistencias en el bacilo por la otra, por lo que una enfermedad que se trataba con una garantías de éxito muy grandes, pasó a ser una enfermedad mortal en algunos casos por tenernos que enfrentar a bacilos multirresistentes (los bichos se las sabían todas). Hubieron miles de casos de Tuberculosis entre la población, alguna mortales. Pero por otra parte, salvo en contadas excepciones, seguían haciendo el amor sin preservativo y sin advertir de su situación a sus parejas, incluso las estables no lo sabían. Consecuencias: miles de personas fueron infectadas por ellos, sabiendo lo que estaban haciendo y, a pesar de ello, por echar un polvo no dudaban en matar (por aquel entonces, el SIDA era mortal). ¿Qué hicieron las autoridades?: decirnos a todos que eramos malísimos porque los discriminábamos....y era verdad y había que luchar contra ello, pero nunca hicieron nada para protejer a miles de personas que murieron porque estos sujetos no se querían poner un preservativo. Eso sí, todos ellos cobraban un subsidio mensual....a cambio de nada. ¿No hubiera sido más fácil obligarles a acudir todos los días a un centro para que se tomaran las pastillas y a cambio recibir ese subsidio?. ¿No hubiera sido más justo tenerlos ingresados mediante orden judicial hasta que dejaran de ser contagiosos en la Tuberculosis (con un mes suele ser suficiente)?. Pues no, eran una minoría y los gobernante se sentían muy chachis y buenos defendiendo sus derechos, aunque a cambio se cometiera un auténtico genocidio que ha costado miles de vidas inocentes a manos de unos genocidas sin preservativo.

2. Paro agrícola. ¿Porqué los trabajadores del campo tienen derechos que no tienen los demás trabajadores?. Trabajan 30 peonadas (no sé si este es el número exacto), que casi nunca son reales, pues se las firma el alcalde en cuestión o a la hora de empezar a trabajar, les entra una depresión grave o una lumbalgia, se dan de baja durante un mes y ya tienen sus treita peonadas: un año de paro. Así llevan viviendo familias enteras desde hace más de 20 años. En su vida han pagado un euro de impuestos, sólo reciben y reciben, exigen y exigen. Cuando cumplan sus 65 años, tendrán su pensión, por supuesto. Pero en el campo no trabaja ni Dios....que sea español, claro. Hay que traer marroquíes, rumanos y polacos....mientras 400.000 “trabajadores” del campo españoles cobran sus subsidios y llaman fascistas al PP porque les quieren quitar su chollo.

3. ¿Porqué 300.000 votos vascos nacionalistas obtienen 7 diputados y más de 1.000.000 de votos de IU tienen sólo dos representantes?. ¿Porqué hay que apoyar a estas minorías, es que son discapacitados?.

4. Gitanos. Tuve una novia gitana durante tres años y conozco el tema de primera mano. Entre los gitanos hay dos ramas bien diferenciadas. Una que se ha integrado perfectamente en la sociedad y otra, a la que llaman “canasteros”, que se niegan a la integración. Estos últimos tienen sus propias leyes, costumbres, su propia justicia y unos valores que, en algunos casos, son incompatibles con el tipo de sociedad en que nos hemos constituido. Por poner algún ejemplo: para ellos robar a un gitano es un delito brutal, pero robar a un payo es aplaudido. Si un niño nace mongólico o con defectos congénitos son matados sistemáticamente (¿Alguién de la sala conoce a un niño gitano con síndrome de Down?). Para que os voy a hablar del papel de la mujer en su tipo de sociedad. Además son racistas: ser gitano es un orgullo que hay que cantar a los cuatro vientos. ¿Qué pasaría si yo saliera en la televisión a cantar a los cuatro vientos mi orgullo de ser blanco?. Los padres de mi novia me rechazaron e incluso me amenazaron por mi raza. Pero para los buenísimos de siempre, nosotros somos los que discriminamos, y en muchos casos es verdad, ¿pero porqué no hablan y luchan con la misma fuerza contra el racismo gitano?. Hay que hacer lo posible por los que se quieran integrar, pero a los que no quieran integrarse, ni una ayuda, oiga. No estamos para fomentar racismos, machismos ni fomentar la pureza de raza.

Hay que ser solidario, luchar por una sociedad más justa y equitativa. Pero no hay que ser giliXXXXX

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martes, 3 de febrero de 2009

In Siberia they'd be sunbathing

Rogorn
en Blogorn

Como llevan dos días teniéndome en casa castigado sin trabajar (juas) debido a que ha caído una nevada de un palmo, digo pues voy a darle un rato a la tecla, que otros días habrá que no tendré tiempo o ganas.

Hace seis años, Arturo Pérez-Reverte publicó este artículo en El Semanal, uno de esos que hacen que tanto acérrimos a favor como furibundos en contra agiten vigorosamente la cabeza de arriba abajo y digan al unísono: ‘Sí señor. Ahí, ahí. Ole. Dales duro. Qué razón tiene.’ Y hace poco decía yo en otra columna que este tipo de cosas no sólo pasan en la piel de toro. O sea, pasar sí pasan, pero no sólo. Pensamos nosotros que el resto del mundo está civilizado y tal, pero al parecer, compartimos más cosas con los ingleses que el habernos peleado por el dominio de medio mundo. Y ahora tal opinion se me reconfirma. El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte lleva dos días paralizado por cuatro copos de nieve, y hoy el Times pregunta: ‘There must be another country, somewhere in the world, that is even worse at dealing with snow than we are. But where? Where?’

¿Güer?, pensamos todos. Vente pacá y te enseñaremos el güer. Que a inútiles no nos gana nadie. Bueno, pues a todo hay quien gane. En la página de internet del mismo diario han puesto una sección de reacciones de todo el mundo ante el asombroso espectáculo de la isla esa paralizada por un charco de agua a 2 bajo cero (hay que reconocer que los ingleses serán lo que sean, pero saben reírse de sí mismos), y en ella hay un checo con mucha mala uva que, ante la noticia de que todas las líneas de metro menos una han cerrado por la nieve, pregunta que cómo es posible que en Inglaterra nieve bajo tierra. Juas. Y al parecer, lo que pasa es que más de la mitad del tendido del famoso London underground no va under ground, sino a cielo abierto, sobre todo en aquellas zonas donde cuando llegaron las líneas había sitio para construir por fuera y no hacía falta cavar (muy juicioso, por otra parte). Ahora, el problema es que la nieve y el hielo pueden hacer que la corriente de los raíles no llegue a las ruedas por no sé qué demonios de las propiedades conductivas y blablablá (eso que lo explique uno de ciencias), y claro, en cuanto un convoy se para por falta de electricidad en medio la vía, la hemos armao. Porque se queda ahí, y no sólo no lleva a los que hay dentro a su destino, sino que no recoge a los que esperan, y para más inri no dejar pasar a otro convoy que venga detrás y sí funcione. O sea, que un copo de nieve agita las alas en el metro de Londres y cierran los colegios de medio país.

Y no sólo eso. En otras ocasiones he oído que en otoño, las hojas de los árboles, que quedan muy bucólicas y pastoriles, cuando caen sobre la vía y son machacadas por varios trenes al pasar, pueden hacer que la masa resultante se acabe casi licuando y provocar el mismo efecto aislante. Hace un par de años trajeron a un experto suizo para ver cómo podía solucionarlo y hacer que los trenes británicos tuvieran puntualidad ídem (ídem de suiza e ídem de británica), quizá esperando una idea mágica y de eficiencia prusiana (sí, ya sé que Prusia queda mucho más pallá, pero mesentiende) y éste les dijo: ‘Pues podando los árboles, lógicamente’. De cajón de madera de pino, ¿no? Sería suizo, pero si quitas las eses del final de las palabras y relahas la ge, podría ser un filósofo estoico de Córdoba perfectamente. Por lo cual también es lógico que la única línea que hoy funcionaba era la Victoria, que es la única que va cien por cien bajo tierra. Aahns. Ya te digo. Si todo tiene un porqué, y una causalidad, y esas cosas.

El tema es que nieve la había, y estaba resbaladizo y tal, pero no era nada, y hasta se conducía bien. Vamos, que me imagino que por las noticias que han podido llegar fuera debe haber quien se imagine que esto era lo de Scott y Amundsen. Pues para nada, oiga. A media mañana fui al súper y estaba todo hasta la bandera de críos, que, claro, como no estaban aparcados en los colegios, se daban al consumismo. Con su mismo dinero y con el de sus padres, que también aprovechaban el asunto (se calcula que el 20% de la población trabajadora no fue al laburo ayer). Y eso que ahorraban en calefacción, además.

Lo que pasa es lo mismo que en España, e imagino que en todas partes: que lo que se fastidia de verdad en estos casos son los transportes. Ese es el problema. Con que un solo camión patine y se quede encajado contra un quitamiedos, se acabó el pasar por esa carretera el resto del día. La M25, la autopista más atascable del mundo (demostrado científicamente), tenía ayer 54 millas de retenciones. Setenta y pico kilómetros. En tres carriles, a veces cuatro. O sea, más de doscientos kilómetros de coches. Un camión agita las alas en la M25 y etcétera. Dos gotas de nieve han conseguido lo que no pudo la Luftwaffe en el bombardeo de Londres: que cesara por completo el servicio de autobuses. Sí, los rojos esos famosos. Al parecer, Hitler tendría que haber tirado nieve, en vez de bombas.

Y así de ecuánime lo ha visto el Times, que hoy me ha vuelto a mostrar por qué es posiblemente el mejor periódico del mundo. Sí, informa de todos los atascos y deficiencias, de las quejas de la peña, de lo mal que está todo, etc, pero abre su editorial diciendo: ‘Lo primero que hay que decir de la nieve no es que nos estropea los desplazamientos y la economía, o que el país no está preparado, o que empezó en Rusia y está barriendo Europa. Lo primero que decir sobre la nieve es que es extraordinariamente bella’. Y que un par de días sin colegio es poco precio que pagar por el espectáculo y por la excusa que da para quejarse de algo. Magno, que diría Jack.

Más ejemplos de que estamos ante un enemigo que nos puede poner el título de campeones de la inutilidad muy caro: Transport for London, el ente que se encarga del transport en London (obviamente), dice que ha limpiado de nieve todas sus carreteras. Sep. Toditas. El 5% que les tocaba. El otro 95% de las carreteras londinenses era responsabilidad de los boroughs, que en castellano sería ‘los burgos’. O sea, que si en España nos quejamos de las autonomías, aquí tienen una capital (no digo el país, sino la capital) dividida en algo similar. Imagínense Madrid subdividida en alcaldías menores, como Lavapiés, Embajadores, Moncloa, Atocha, tal y cual (es que ya no me acuerdo de más casillas del Monopoly) y palidezcan ante el cuadro. Pues el acabose. Cada una limpiando su cacho acera. Y echando la nieve pa la del otro, fijo. Y encima cobrándote hotel y cuatro casas.

Y luego está lo de la privatización de los trenes, que esa es otra. ¿Saben aquél que diu que si las interrupciones del servicio son por causas meteorológicas los costes los paga el operador público, aún en líneas que no son suyas? Pues este es el chiste. ¿A que hace gracia? Con normas así, ¿qué demonios de incentivo va a haber para que el tema funcione? Luego dicen que la empresa privada funciona mejor. No, ya. Firmando esos contratos no mextraña. Y que en España pasa cada cosa que no veas. Pues por ahí ya ni te digo lo que pasa.

La explicación supongo que es la misma que darían en España: que estas inclemencias ocurren una vez cada mogollón de tiempo (en este caso 18 años, en concreto), y que tener la infraestructura preparada para lidiar con algo así y luego no tenerla que usar sería un gasto enorme. Claro que Finlandia y Rusia y sitios donde nieva que te pasas de verdad se apañan que da gusto, pero es que en Moscú, por ejemplo, tienen 2500 quitanieves (repito, dos mil quinientos quitanieves para una sola ciudad –en Madrid hay menos bicis, seguro-), que cuando salen llevan detrás una flota entera de camiones que agarran la nieve y se la llevan a vertederos (vertederos de nieve, como suena, 46 de ellos además) fuera de la ciudad. Claro, así cualquiera. Pero dile tú a la Espe que compre 2500 quitanieves de adorno con el dinero de todos. Amos anda. En Ottawa la gente va a esquiar al curro como cosa normal, porque el gobierno canadiense dice que llegar al trabajo es responsabilidad del currito. Al que no llegue se le quita el día de los de asuntos propios y sacabó. Toma ya.

En fin, para acabar recurramos al tema cómico directamente, para quitarse la mala leche. Por ejemplo, está lo del ladrón de Burnhope, condado de Durham, que robó el pub The Ivy Leaf Club y la poli lo pilló... siguiendo sus huellas en la nieve. Elemental, querido idiota. O el de los pingüinos antárticos del Zoo de Londres, que no habían visto nevar en su vida, y estaban todos asustados metidos bajo techo, y sólo salieron a explorar tras parar de caer copos (véase foto, que he puesto a riesgo de que Lalaith se derrita, la pobre). Entrañable. Y la mejor de todas, por paradójica, irónica, sardónica y otros muchos calificativos esdrújulos: en Southampton una pista de nieve artificial ha tenido que cerrar debido a… ehte… la nieve. Chocante más bien, ¿ello es no?

¿Qué, quién gana a inútiles?

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domingo, 1 de febrero de 2009

Qué hacemos con nuestros mayores

Eli
En Acordes y Desacuerdos: Escritophenias.

Mi papá tiene 75 años, es viudo desde hace casi cinco, absolutamente independiente para las actividades de la vida diaria, tiene una salud aceptable y la mente más aguda e inteligente que conozco. Él se considera a sí mismo un "senequista" (su padre, como buen cordobés, era estóico por naturaleza, rasgo que tanto mi padre como yo hemos heredado), pero la vida está empezando a plantearle algunas incógnitas. Así que sin más demora, -no por esperada ha sido más fácil -, hemos tenido que sentarnos a hablar acerca de su futuro.

España envejece. El aumento de la esperanza de vida y la disminución de la tasa de natalidad contribuyen a este fenómeno aún cuando se esté viendo suavizado por las oleadas de inmigrantes legales.
Obviando el tema económico, el que yo no podría hablar con propiedad, el número de personas mayores que precisan atención es alarmante.
A la realidad del envejecimiento hay que añadir la dependencia por enfermedad, discapacidad o limitación, que han aumentado en los últimos años a causas del aumento de las tasas de supervivencia de determinadas enfermedades.

El progreso ha desterrado la idea del hogar como núcleo familiar integral.
Las familias actuales están compuestas por pequeños grupos unicelulares donde la figura del abuelo apenas sí encuentra su lugar.
Estamos perdiendo la relación intergeneracional. El abuelo ya no es esa persona viejita que te sacaba caramelos de la oreja cuando iba a buscarte al colegio y que te contaba cuentos mientras te arropaba para dormir.
Ahora el abuelo es esa persona arrugada, que huele raro, y a la que hay que ir a visitar los domingos por la tarde para que no se ponga triste.
Tradicionalmente el rol de la mujer como ama de casa favorecía el cuidado de los mayores en el domicilio conyugal. Pero la incorporación de la mujer al mercado laboral ha convertido en reliquia esta opción.

El ritmo de vida actual, el hedonismo de la sociedad de consumo, la reducción del espacio...hace que cada vez sea más complicado cuidar de los ancianos.
La escasez de las pensiones convierte en una quimera el que los viejitos puedan acceder a la posibilidad de un cuidador domiciliario o al ingreso en un centro especializado, y las residencias concertadas están cada vez más abarrotadas.
Durante las fechas señaladas de vacaciones, los hospitales se llenan de viejitos aparcados por sus familias; durante los picos de prevalencia de las enfermedades estacionales ocurre igual.
Y cuando la patología del anciano no justifica el ingreso hospitalario ¿qué podemos hacer por ellos?

Aunque en España tenemos aprobada la ley de Dependencia y Promoción de su autonomía personal , aún falta mucho para que se alcancen plenamente sus derechos. Los Poderes Públicos se enfrentan a un reto que necesita de una respuesta enérgica.

Pero la atención a los mayores precisa de una puntualización.
Tenemos que diferenciar entre los mayores independientes para mantener su autonomía, los grandes dependientes que precisan una atención integral y los dependientes que sólo precisan de cierta ayuda.
Pero en cualquier caso, es imprescindible que reciban el trato digno que se merecen, el respeto y el cuidado especializado.

Actualmente contamos con la posibilidad de la Asistencia domiciliaria. Para los grandes dependientes, necesitamos centros especializados. Pero la realidad es que necesitamos concienciar a las familias para potenciar la figura del cuidador.
Muchas personas mayores viven solas. Y el aislamiento y la soledad provocan enfermedades.
Además, la incidencia de robos y asaltos a ancianos ha aumentado en los últimos años.

Lo que más me sorprende es que las palabras más despectivas acerca de la senectud casi siempre son preferidas por personas bastante jóvenes que aún apenas han comenzado a vivir. Probablemente ése sea el motivo de la venda que cubre sus ojos.
Invertir en nuestros ancianos es invertir en nuestro futuro.
Al fin y al cabo, todos tenemos fecha de caducidad.


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