Bienvenidos

Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

viernes, 30 de enero de 2009

El tío de la barbita

Rogorn
en Blogorn

Una de las cosas que pasan cuando vives en una ciudad pequeña es que te encuentras a gente que conoces por la calle fácilmente. Afortunadamente no me refiero a un pueblo diminuto de esos en los que todo el mundo sabe tu nombre (aunque quizá no tu apellido) y el de todos tus antepasados hasta siete veces siete generaciones. El de mi madre es de esos y a mí siempre me pareció un agobio. Cuando te presentan a un paisano o paisana que hizo la mili con un primo cuarto tuyo que ‘vosotros no conoceréis, claro’, siempre dicen ‘pero vaya mozos que te han salido’ mientras se les pone cara de recordar cómo se llevaban en realidad con tu abuelo, tu madre, el primo cuarto de la mili y cualquier otro pariente que, como racimo de uvas, va saliendo enganchado detrás del anterior en la conversación. O sea, que parecen estar decidiendo si les caes bien o no no ya por cómo te portes con ellos, sino por causa de si hace medio siglo alguien le movió la linde a alguien, si fue rojo o nacional, o, más importante aún, si hacía trampas al tute. Afortunadamente, no me refiero a sitios así. Yo digo un lugar de 150.000 almas, emigrado arriba o abajo (yo nunca sé si cuento o no), con lo cual resulta lo bastante grande y lo bastante pequeño a la vez.

Y traigo esto a cuento porque hay una historieta urbana de esas peculiares que uno cree que sólo le pasan a uno, hasta que la cuenta y resulta que le ocurre a todo el mundo. Hay un fulano a quien me encuentro la mayoría de las veces que voy a casa (aún es ‘casa’, claro), y reparo en él aunque no tengo ni repajolera idea de quién es. Es un tío con una barbita muy bien recortada y nunca demasiado poblada, gafas, delgadito y frecuentemente con abrigo largo, de esos que llegan por la pantorrilla. No tengo ni idea de por qué me he quedado con su careto, pero así ocurre. Cosas de esas del cerebro que luego nos contará Juan, si se la sabe.

Su cara me suena desde la Facultad, pero había varias carreras en el mismo edificio y sé fijo que no compartíamos estudios, así que supongo que simplemente al principio te suena de verlo por ahí cada día. El caso, sin embargo, es que hay compañeros de clase cuya cara no recuerdo, ni los reconocería por la calle, y al colega este sí. Y nada, un día lo veo en un bar, otro día en un cine, otro por la calle, etcétera, etcétera, y me acuerdo de él por haberme acordado antes de él, nada más. Como quien es famoso por ser famoso. Y la cosa se quedaría ahí si no fuera porque cuantos más años pasan ocurriendo esto, más se fija uno y hasta más familiar parece. Y hasta te entra curiosidad. Un día iba con una escayola en el brazo, y se pregunta uno que qué habrá pasado. Y luego se pregunta uno que qué demonios me importa eso a mí. A la vez siguiente iba con una chica de la mano. Y voy y pienso: ‘Mira, ya no lleva escayola’. Y luego pienso: ‘¿Pero seré gilipuertas?’ Otro día va con otra chica, pero no de la mano, y se me ocurre si habrá dejado a la otra. ¿Pero y si es su prima de Matalascañas? Vaya memez.

Pues eso, que vaya usted a saber por qué tontería del cerebro me acuerdo de todas estas bobadas cuando luego no me acuerdo en el pasillo del súper de si me queda leche en el frigo o no. Y bueno, según pasan los años, también noto que le van saliendo canas en la barba esa que sigue igual de recortada que siempre, por ejemplo, o que tiene más arrugas donde las gafas. Y entonces ya no es una curiosidad, sino un espejo. Debe tener los años que yo o así, por aquello de coincidir en la facultad, y me supongo que lo que le veo a él otros me ven a mí. También me cruzo a veces con el abusón de sexto de EGB, que vivía en el quinto de mi bloque, y cuando coincidimos en el portal seguro que pensamos lo mismo uno de otro: ‘Menudo capullo, taytantos años y aún viviendo con su madre’. De éste sé que sigue fumando, que está mucho más gordo (¿quién no?) y que aprendió a decir buenos días amablemente. Aunque luego igual es el violador del chándal, quién sabe, porque una que hacía era apostar a ver de qué color teníamos los calzoncillos, y luego a comprobarlo aprovechando que íbamos de chándal cuando tocaba gimnasia. Se acercaba a ti, que nunca te hablaba, y te decía: ‘Oye, ¿qué mandó la de lengua para mañana?’ Y medio milisegundo antes de que te diera tiempo a conectar por qué demonios el de los cinco cates por evaluación (cuando cinco cates eran cinco cates) andaba ahora pensando en los deberes de lengua, el capullo te bajaba el pantalón y gritaba: ‘Amarillos, tío, gano yo’. El tema es que nunca le dijeron nada hasta que un día probó con una de las chicas. Entonces sí hubo tela. Claro, es que a ellas eso no les debía crear carácter. Debe ser.

En fin, que con encuentros así, entonces empiezo a pensar que me acuerdo de cuando pusieron el Corte Inglés donde antes iba a entrenar de alevín con la Cultural, de cuando la Catedral no estaba peatonalizada, y joer, la ciudad parece que rejuvenece mientras que la peña que uno conoce se hace más vieja. Y (deduce uno por deducción deductiva), supongo que entre ellos estoy yo. Y me pregunto si otro tipo que fue a mi clase y que vi con una chupa del Carrefour el mes pasado tras no saber de él en (muchos) años pensará igual. Joé, macho. Cómo sestropean los cuerpos.

Comentarios aquí

domingo, 25 de enero de 2009

Gran Hermano

Por Juan
Blog: Adicto a la gente

Gran Hermano ha terminado su X edición. Lo anuncio porque nadie se ha enterado. De todos es conocido que GH no lo ve nadie. Los españoles sólo vemos informativos, documentales de la 2, películas y series de calidad.

Vivo en un raro mundo en el que sólo yo, y dos o tres de las llamadas maris, lo han visto y lo han disfrutado.....y no me avergüenza decirlo. Me gusta GH., aunque sea políticamente muy incorrecto escribirlo. Pocos programas tienen tan mala prensa como éste y me imagino que por múltiples motivos:

1. No está bien fisgar en la vida de los demás.
2. Es una plataforma magnífica para las chicas que quieren enseñar sus encantos en Interviú.
3. Es una manera de fabricar famosos a los que echar mano a un precio razonable, pues de todos es sabido que echar mano de los famosos por una actividad profesional es caro y difícil.
4. Los concursantes no representan a la media nacional.
5. Los participantes son zafios, incultos, folloneros, faltos de un mínimo de decencia, tienen pocos recursos intelectuales y pocos o ningún ideal que merezcan la pena ser exhibidos.
6. Se potencia en la sociedad la cultura del dinero y la fama fácil.
7. Los valores que se defienden son de la más baja estofa.

Todas estas razones, y algunas más que me habré dejado en el tintero, me parecen más que suficientes para que a muchas personas no les guste. Y me parece estupendo. Se puede criticar al programa y no verlo y hasta aquí, me parece fenomenal.

El problema surge cuando algunos se elevan de categoría y menosprecian, cuando no insultan directamente, a los que no están de acuerdo con sus gustos. Para demostrar la categoría excepcional que poseen, el buen gusto que los caracteriza, echan pestes de los pobres diablos que, como yo, su seguro servidor, se divierten y aprenden con este programa. Se sienten muy buenos y superiores a la chusma que sigue GH. Pasan una barrera que no se debe franquear: de reprochar un programa a despreciar a los que tienen unos gustos diferentes. De hacer un juicio de valor sobre un hecho (GH) a hacerlo sobre las personas que no están de acuerdo contigo.

A estas personas siempre les digo: tendrás un gusto refinadísimo, superintelectual pero, mientras no aprendas a respetar a los demás, ¿de qué te sirve tanta erudición?. ¿Tu exquisito buen gusto te da derecho a pisotear a los demás?.

Vergüenza

Por otro lado, están los que no pierden ripio del programa pero niegan insistentemente que lo ven y curiosamente, en algunos casos, son los que más critican a los que lo siguen. Se lo saben todo sobre GH, pero “porque me equivoqué de canal”, “porque estaba medio dormido y no me di cuenta”, “porque al pasar de un documental a otro, durante un segundo, un único segundo, lo juro, me pude enterar de todo lo que sucede en esa casa”.

Majo, si te da vergüenza verlo, es porque consideras que es negativo y si es así, no lo veas, simple y llanamente porque, si lo ves y niegas que lo haces, estás haciendo dos cosas negativas: hacer algo que has etiquetado como negativo y además mentir.

¿No es más simple reconocer que te gusta el programa?. ¿Ser sincero contigo mismo y con los demás?. ¿No llevar una carga de negatividad y culpabilidad por ser como eres y gustarte lo que te gusta?.

Pues yo no me retraigo. Me gusta por muchas razones aunque me revientan otras. Contemplar en vivo y en directo las reacciones de un grupo de personas, muy diferentes entre sí, ante determinados estímulos. Como se convive y los resortes que cada uno se busca para llevar a buen puerto sus estrategias. Los mecanismos que llevan a algunos concursantes a la ira, el odio o el miedo. Como se comporta una persona insegura en contraposición a otra con autoestima, como sirve la autocrítica para manejar las emociones. A que puertos lleva el victimismo y la queja contínua y porqué se producen. Me parece apasionante. Ya sé que en los libros puedes aprender y comprender todo esto, pero verlo en carne y hueso, es totalmente diferente.

Comentar con tus hijos todas estas reacciones y dialogar sobre ellas, es otro mundo fascinante para mí. Percibo que ellos están aprendiendo y creciendo con las charlas que tenemos sobre todos estos asuntos. Noto que lo comprenden mucho mejor que si se habla sólo en teoría.

En fin, me apena que haya terminado GH X, pero estoy ilusionado con que empiece GH XI. No tengo remedio, soy un adicto a la gente.

PD: la gala final sólo la vieron 11 millones de personas, aunque 10.990.000 fue por error al cambiar de canal, por supuesto.

Comentarios

viernes, 23 de enero de 2009

El arte de la provocación (y viceversa)

Lenka
en Esperando a los búhos

Hace menos de una semana escuchaba un debate radiofónico sobre el arte, su labor educativa, estética y propagandística a lo largo de la historia, su evolución, su influencia... los contertulios, todos ellos, llegaron a una conclusión no por significativamente compartida menos desoladora: el arte ha muerto. Pero vayamos por partes. La raíz de dicha tertulia fue la indignada reacción de Santiago Sierra (conocidísimo artista español del que servidora no tenía ni noticia, Jesús, qué incultura) cuando la prensa le preguntó, en alusión a su último trabajo, si pretendía ser provocativo. Aclaremos que dicho trabajo consiste en un vídeo de cuarenta y cinco minutos de duración en el que se exhiben múltiples combinaciones posibles de penetración anal entre hombres y mujeres, tanto blancos como negros. La obra en cuestión responde al título de "Los penetrados" (no se puede acusar al autor de publicidad engañosa) y, para llevarla a cabo, se realizó un casting entre numerosos candidatos que, además, recibieron una compensación económica de doscientos cincuenta euros por cabeza.

Bien. No he visto el vídeo pero puedo imaginármelo. La explicación que Sierra hace de su propuesta me resultó un tanto enrevesada, así que pido disculpas de antemano por los errores que seguramente contendrá mi versión del asunto. Era algo así como la fascinación por el porno, el miedo a la multiculturalidad, no sé qué del racismo y no sé cuántos de la política. Lo juro, no entendí nada y no logré retenerlo. Supongo que el mensaje original puede encontrarse fácilmente en la red de redes, pero lo cierto es que no interesa mucho para lo que pretendo comentar. De entrada me centraré en lo previsible. Obra de arte (digamos) con alto contenido sexual. Polémica. Preguntas, teorías, intenciones. Escándalo, provocación. Era ese su objetivo? Cabreo superlativo de Sierra que, indignado, aseguró estar harto de ser tildado de provocador, tras una trayectoria muy seria y profesional de veinte años. Y estaba harto, sobre todo, de que toda aquella expresión artística que no ensalzara las virtudes del poder fuera inmediatamente tachada de provocadora. En qué se basa este hombre para afirmar tal cosa, lo ignoro. Confieso que me he perdido.

Supongo que el debate es estéril. No sé si el arte ha muerto porque ni siquiera me veo capaz de definir el arte. No sé quién decide que una cosa es un manchurrón y otra parecida una obra única, parida por el genio de una mente privilegiada. No llego a tanto, ni lo pretendo. Quizá por eso no logro entender que un señor que llama arte a cuarenta y cinco minutos de sodomía, que pretendió una vez llenar de monóxido de carbono una sinagoga (según él, para condenar la barbarie del Holocausto y lograr que cualquier espectador pudiera empatizar con las víctimas sintiendo lo que ellos sintieron), o que construyó no sé cuántos módulos con heces humanas (el mensaje de esto último lo ignoro por completo), se agarre un cabreo de mil pares cuando le llaman provocador. De verdad pretende otra cosa que no sea provocar? El arte debe ser provocador, ir siempre contra lo establecido? Contra qué exactamente pretenderá ir el darse por el orto o los excrementos? Dónde quedó la estética del arte? Será por su ausencia clamorosa por lo que tantos dicen que ha muerto?

Mi conclusión es que, para más inri, los periodistas andaban de lo más desencaminados. Provocativo el sexo? A estas alturas? Hombre, por favor. Con la indigestión de cine porno, de publicidad explícita, de culto al cuerpo, de documentales, programas, artículos e investigaciones sobre el tema (increíble lo que da de sí la actividad más antigua y natural del ser humano), con la cantidad de debate que ha provocado, la de lecciones que nos siguen dando (queda alguien sobre la faz de la tierra que no sepa lo que son las bolas chinas?), el interés y el morbo que aún despierta (y eso que desde Calígula no hemos inventado nada, es más, corderitos somos al lado de aquellos lobos), cómo puede ser que aún se considere provocador? Y más en estos tiempos de libertades, lascivias, vicios confesos y exhibicionismo, ahora que todos somos tan modernos, tan chachis, tan erótico festivos! Provocador el sexo, con la que está cayendo, que nos lo meten hasta en la carta de ajuste? Qué va. Provocadora sería una muestra fotográfica de personas que, en medio de esta juerga, han decidido ser castos. Eso sí que es nadar contra corriente. Con un par. No se me ocurre nada más anti sistema. A mí, francamente, me dejaría con la boca abierta. Y puede que también se quedaran pasmados algunos artistas (esos que tanto se enfurruñan cuando se les acusa de polémicos) si, de repente, sus obras pasaran desapercibidas, sin provocar escándalo. Si se les aplaudiera unánimente. Os imagináis? Peor aún, si se les abucheara por aburridos!!! Quizá más de uno se indignaría de verdad entonces, dejando más que claras sus intenciones originales. Seré pérfida, pero lo que pagaría por verlo.

Comentarios

Decodificando a Obama

Rogorn
en Blogorn

Después de llevar dando la castañita con el ala oeste (de verdad) desde hace año y pico, no es momento ahora de dejar el tema de lado, ¿no?

Explicar el fenómeno Obama llevaría mucho tiempo y hay quien lo ha hecho mucho mejor de lo que yo podría nunca, así que, ahora que ha llegado la hora de la verdad, vamos a ver si a partir de ahora dice digo o Diego. Lo primero que ha dicho Obama como presidente es esto, pero como dirían los acólitos de Warren Sánchez, ‘analicemos la frase’.

“Son ya 44 los estadounidenses que han prestado juramento como presidentes. Lo han hecho durante mareas de prosperidad y en aguas pacíficas y tranquilas. Sin embargo, en ocasiones, este juramento se ha prestado en medio de nubes y tormentas.”

Una de las cosas que más se han observado sobre el discurso es lo oscuro que resulta, debido a estas imágenes de meteorología adversa, que además se correspondían con el frío invernal en que siempre ocurren las tomas de posesión (siempre son en enero). Se sabe que Obama es un gran orador, pero desde la crisis económica, parece haber renunciado cada vez más a lucirlo, incluso cuando es lo que la gente le pediría.

“Nuestra economía se ha debilitado enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era.”

Al decir ‘nuestra incapacidad’, claramente es un eufemismo para referirse al presidente saliente, George Bush, ya que Obama apenas llevaba cuatro años en el senado, en el partido de la oposición, además. En cuanto a la ‘codicia e irresponsabilidad’ que ‘ha debilitado’ a la economía, es una clara alusión a los bancos y al ansia de dinero fácil, algo que no puede quedar a merced del capitalismo libre. El riesgo de abuso económico es el principal fallo de este sistema, y se necesita una regulación. De hecho, el propio partido republicano, supuestamente enemigo del estado centralizado, y defensor a ultranza de la iniciativa privada (y el que no sepa manejarse en ella, que se aguante) fue quien primero pidió ayuda a ese mismo estado para rescatar la caída de algunas grandes empresas, como la automovilística, con la excusa de que su ruina era la de todos. Con lo de ‘preparar a la nación para una nueva era’ Obama se refiere a que ese dinero invertido ha de ser no para que todo quede como está, sino para que esas industrias se sostengan por su propio pie. ¿Cómo? Por ejemplo, adaptando esos automóviles al futuro verde que se ha de construir si no queremos cargarnos el planeta. Para eso sí merece la pena dedicar dinero.

“Nuestras escuelas tienen demasiados fallos.”

La educación es la ‘bala de plata’ que acabaría con todos los males, según muchos teóricos, pero ese es un problema que tienen todas las sociedades, y desde el punto de vista occidental, el reto está en cómo educar a una juventud que no quiere ser educada o que sólo quiere saber lo necesario para subsistir sin responsabilidades y entretenerse con televisión, juegos y ocio. Uno de los principales debates en este tema es si eliminar la ‘teacher tenure’, el puesto asegurado a los profesores, con lo cual se los quiere inspeccionar más y apartar de la profesión a los que no den la talla, retirándoles el empleo. Se cree que, con el incentivo de evitar el paro, los profesores a su vez enseñarán mejor a sus alumnos. Por supuesto, la furia de los sindicatos de enseñanza está evitando tal medida. Eso y que el número de profesores bajaría dramáticamente si con todos los problemas que tienen además se les quita la seguridad laboral.

“Cada día trae nuevas pruebas de que nuestros usos de la energía fortalecen a nuestros adversarios y ponen en peligro el planeta.”

Curiosa manera de expresarlo, poniendo por delante del peligro ecológico el hecho de que la compra de petróleo a Oriente Medio está mandando dinero americano a una zona donde los Estados Unidos no son muy apreciados. No creo que el miedo a hacer más fuerte al enemigo lleve a reducir el uso de combustible fósil en el país, pero para quien cuele, colará.

“Menos fácil de medir pero no menos profunda es la destrucción de la confianza en todo nuestro territorio, un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y la próxima generación tiene que rebajar sus miras. (…) Pero debes tener clara una cosa, América: los resolveremos.”

Contra lo mencionado anteriormente de que los comentaristas han calificado de oscuro y hasta pesimista el discurso, yo creo que es más bien realista, y que cada mención de una realidad negativa va seguida de una llamada a la acción y el ánimo. No pueden valer disculpas de que ‘ya nos toca entrar en declive y no hay nada que podamos hacer para evitarlo’, ni que ‘es que es el momento que nos ha tocado vivir, y la generación anterior lo tuvo más fácil’. ‘Los resolveremos’ es el tipo de afirmación típica que muchos tachan de americanada barata, pero que es cierta: si no se cree, no se conseguirá.

“Seguimos siendo una nación joven, pero, como dicen las Escrituras, ha llegado la hora de dejar a un lado las cosas infantiles.”

En Estados Unidos se sigue jurando el cargo sobre Biblias, y es bien sabido que Obama se ha empeñado en usar la misma que utilizó Abraham Lincoln. Por otra parte, recordemos las calumnias sobre que el segundo nombre de Obama, Hussein, indicaba que era musulmán. Mencionar las Escrituras nunca viene mal para tranquilizar a unos cuantos.

“Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, sabemos que esa grandeza no es nunca un regalo. Hay que ganársela. Nuestro viaje nunca ha estado hecho de atajos ni se ha conformado con lo más fácil. No ha sido nunca un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo, o no buscan más que los placeres de la riqueza y la fama. Han sido siempre los audaces, los más activos, los constructores de cosas -algunos reconocidos, pero, en su mayoría, hombres y mujeres cuyos esfuerzos permanecen en la oscuridad- los que nos han impulsado en el largo y arduo sendero hacia la prosperidad y la libertad.”

En otras palabras, aquí nunca se le ha regalado nada a nadie, y el hecho de que entre un partido ‘de menos derecha’ al poder con un candidato hasta ahora considerado de los más liberales del Senado (ya veremos desde ahora) no va a significar que Papá Estado se vaya a ocupar de todo. Aquí toda la vida medró el que se lo curró, y el llamamiento es a que la gente prefiera buscar trabajo con ahínco si no lo tiene que a pedir subsidio de paro. O en palabras del discurso de investidura de Kennedy, ‘no preguntéis qué puede vuestro país hacer por vosotros, sino qué podéis hacer vosotros por vuestro país’.

“El periodo del inmovilismo, de proteger estrechos intereses y aplazar decisiones desagradables ha terminado; a partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y empezar a trabajar.”

Aquí supongo que cada uno puede leer lo que quiera en cuáles son ‘los estrechos intereses’. En Estados Unidos, el sistema político hace que sea casi imposible que un solo partido controle todos los resortes del poder. Ahora mismo, los demócratas se considera que tienen casi excesivo, cuando ni siquiera tienen lo que en Europa se llamaría una mayoría absoluta. O sea, sí sobre el papel, ya que sólo hay dos partidos representados, pero al no llegar al 60% de escaños en el Senado, el partido opositor todavía puede bloquear ciertas leyes usando diversas argucias legales a base sobre todo de posponer votaciones. ¿Qué pasa entonces? Que cada vez que se aprueba una ley sólo se consigue a cambio de que en sus diversos apartados tenga algo para todos los que tienen algún tipo de poder. Por ejemplo, construir un museo, o parque nacional, o un puente, o algo que traiga inversiones a un determinado estado. Si no hay eso, no hay voto, da igual el partido del senador o el apoyo que tenga en Washington: él (o ella) se debe a los votantes de su estado, y a éstos les da igual que los millones vengan con un partido u otro. Un ejemplo recientemente criticado es un proyecto de Museo de la Mafia para Las Vegas. Quizá no sea lo primero que se le ocurre a uno para gastar los fondos votados para paliar la crisis, pero en el estado de Nevada va a dar trabajo a la construcción y a quien trabaje en él. Este tipo de politiqueo estrecho es lo que siempre se critica y siempre se dice que se va a cambiar (incluso en discursos como éste), pero nunca es posible.

“Construiremos las carreteras y los puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que nutren nuestro comercio y nos unen a todos.”

Lo de las redes eléctricas en un discurso de investidura ha sido citado como la muestra más palpable de lo prosaico que a muchos les ha resultado. No necesariamente dicho en sentido negativo, sino descriptivo. Muchos quizá pensaban que la realidad ya es lo bastante prosaica, y que querían venir a escuchar algo que les levantara el ánimo y la sangre, casi en plan predicador.

“Volveremos a situar la ciencia en el lugar que le corresponde.”
¿Incluye esto la investigación con células madre? ¿Y qué lugar ‘corresponde’ al creacionismo? Si para ustedes tampoco está claro, es por esto por lo que se le llama ‘política’.

“Utilizaremos las maravillas de la tecnología para elevar la calidad de la atención sanitaria y rebajar sus costes.”

‘Rebajar sus costes’, ha dicho. Recuérdese que Obama nunca estuvo a favor de la seguridad social universal, cosa que era su mayor diferencia con Hillary Clinton durante las primarias demócratas. Hillary, en un gesto de grandeza histórica (y realmente lo sería de conseguirlo, teniendo en cuenta el tipo de país del que hablamos), lo veía como una gran conquista que merecía la pena intentar conseguir y lo metió en su programa con un par. El plan de Obama sólo llega a que sea más fácil para cada ciudadano comprarse (de ahí lo de ‘rebajar los costes’) el plan privado que quiera, o añadir calidad al estatal. Obama en esto se demuestra bastante centrista (visto desde el punto de vista de allí).

“Aprovecharemos el sol, los vientos y la tierra para hacer funcionar nuestros coches y nuestras fábricas. “

Este es el reto más factible y más visible. De igual forma que Estados Unidos salió de la crisis del 29 a base de ponerse a hacer obras públicas como bestias, ahora Obama ha identificado la renovación de las infraestructuras como parte clave de sus planes: hacer industrias más verdes, edificios que gasten menos energía en luz y calefacción, medios de transporte menos contaminantes… Si se conseguirá por deseo político o porque se acabe el combustible, eso ya será harina de otro cantar, que diría la modelo.

“La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno interviene demasiado o demasiado poco, sino si sirve de algo: si ayuda a las familias a encontrar trabajo con un sueldo decente, una sanidad que puedan pagar, una jubilación digna.”

‘The question we ask today is not whether our government is too big or too small, but whether it works.’ En un ‘speech’ que se ha catalogado de falto de palabras memorables, para mí es la frase del discurso. El debate sobre si es mejor un estado con muchas atribuciones o pocas, si debe recaudar mucho o poco, si debe regular mucho o poco, es extremadamente importante, pero de él el ciudadano no tiene por qué saber más que si fuera un debate sobre cómo hacer que una televisión o una aspiradora funcione mejor: lo que quiere es que funcione y punto. Los republicanos, en particular, usan este arma contra los demócratas todo el tiempo: que los demócratas siempre son partidarios de subir los impuestos, o sea, de quitaros el dinero gastado con el sudor de vuestra frente, para luego gastárselo en Museos de la Mafia. Menos regulación ya. Y luego, cuando el banco Robberson & Mangolovich aprovecha la desregulación para fundir capitales sin que nadie mire, nos acordamos de que hacienda somos todos. Si de algo tiene pinta Obama, y eso ha transmitido, es que puede ser quien encuentre el punto justo entre ambas cosas. El americano medio es trabajador y conocedor de su valía, y gran apreciador de lo que gana. Pero también sabe que las cosas se consiguen por medio de valor individual trabajando en equipo, y no hay equipo más grande que el propio país, por lo cual siempre buscan un entrenador que sepa lo que hace y cómo sacar lo mejor de cada uno.

Y por si cabía duda, vuelve a repetir lo de la ‘sanidad que puedan pagar’.

“Tampoco nos planteamos si el mercado es una fuerza positiva o negativa. Su capacidad de generar riqueza y extender la libertad no tiene igual, pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede descontrolarse, y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando sólo favorece a los que ya son prósperos. El éxito de nuestra economía ha dependido siempre, no sólo del tamaño de nuestro producto interior bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad; de nuestra capacidad de ofrecer oportunidades a todas las personas, no por caridad, sino porque es la vía más firme hacia nuestro bien común.”

Extremadamente interesante y revelador. Aquí, básicamente, Obama viene a asegurar que no es un comunista en absoluto. Que Estados Unidos, bajo su presidencia, seguirá siendo un país de mercaderes, porque es el único sistema que se merece el ser humano mientras no aprenda a evitar corromperse. Así que, al menos, tengamos ‘un ojo atento’ para corregir lo malo que tiene de forma inherente: su gran capacidad para producir ‘prósperos’ y pobres en desigual medida. Y la llamada a ‘ofrecer oportunidades a todas las personas’ es de lo más americano que hay. Es aquello de la tierra donde la oportunidad está garantizada (no así él éxito, claro). Y más americano es todavía lo de que de caridad nada, y que dar de comer a todos es bueno más que por humanidad, porque te quita problemas y revoluciones engorrosas y artículos de periódico incómodos.

“En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros Padres Fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, elaboraron una carta que garantizase el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha perfeccionado con la sangre de generaciones. Esos ideales siguen iluminando el mundo, y no vamos a renunciar a ellos por conveniencia (...). Estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo.”

Me gusta el principio de no tener que elegir entre seguridad e ideales. Eso va dirigido directamente a Guantánamo. Aunque por otra parte, tampoco es que exprese ningún tipo de compromiso, y a los americanos les gusta su seguridad, la verdad. En cuanto al liderazgo, pues bueno, hay que recordar que en Europa la gente se sigue mofando de un país con 200 años y pico de historia nada más, pero llevan con los principios que luego adoptaron la mayoría desde que nacieron. Así que al César lo que es del César y al Presidente lo que es del Presidente.

“Nuestro poder no puede protegernos por sí solo, ni nos da derecho a hacer lo que queramos. Al contrario, sabían que nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderación que deriva de la humildad y la contención. Empezaremos a dejar Irak, de manera responsable, en manos de su pueblo, y a forjar una merecida paz en Afganistán. Trabajaremos sin descanso con viejos amigos y antiguos enemigos para disminuir la amenaza nuclear y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. No pediremos perdón por nuestra forma de vida ni flaquearemos en su defensa, y a quienes pretendan conseguir sus objetivos provocando el terror y asesinando a inocentes les decimos que nuestro espíritu es más fuerte y no podéis romperlo; no duraréis más que nosotros, y os derrotaremos.”

De nuevo, palabras en la dirección correcta, pero sin compromisos hacia un lado ni hacia el otro. Es de admirar el deseo de contención y el poner el ejemplo democrático por delante de todo. Otra de las promesas firmes de Obama era retirarse de Iraq y avanzar hacia la paz en Afganistán (paz que puede que incluya guerra a muerte antes), y aunque parece que se van a ir dando pasos, habrá tropas americanas allí mucho tiempo. Este es uno de esos casos en los que las intenciones no van a ser lo mismo que los hechos.

“Porque sabemos que nuestra herencia multicolor es una ventaja, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos e hindúes, y no creyentes. Somos lo que somos por la influencia de todas las lenguas y todas las culturas de todos los rincones de la Tierra; y porque probamos el amargo sabor de la guerra civil y la segregación.”

Por fin una parte un tanto personal. Obama puede verse como el presidente global, con ese padre africano, esa madre anglosajona, esa infancia asiática en Indonesia y sus principales raíces vitales en Hawaii, que no es Oceanía sólo políticamente. Viéndolo a él sí que se puede creer que cualquier cosa es posible y que se pueden superar todas las diferencias, no en plan nubes de algodón, sino de trabajo duro y demostrando con hechos y ejemplos que quien tiene prejuicios se equivoca.

“A esos líderes de todo el mundo que pretenden sembrar el conflicto o culpar de los males de su sociedad a Occidente: sabed que vuestro pueblo os juzgará por lo que seáis capaces de construir, no por lo que destruyáis.”

Otra gran frase, y que además se sostiene históricamente.

“A esas naciones que, como la nuestra, disfrutan de una relativa riqueza, les decimos que no podemos seguir mostrando indiferencia ante el sufrimiento que existe más allá de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos mundiales sin tener en cuenta las consecuencias.”

Mmmmbueno. O sea, que gastaremos menos y donaremos más cuando vosotros lo hagáis también. Y así esperaremos unos por otros con la excusa perfecta.

“Porque, con todo lo que el gobierno puede y debe hacer, a la hora de la verdad, la fe y el empeño del pueblo norteamericano son el fundamento supremo sobre el que se apoya esta nación. La bondad de dar cobijo a un extraño cuando se rompen los diques, la generosidad de los trabajadores que prefieren reducir sus horas antes que ver cómo pierde su empleo un amigo: eso es lo que nos ayuda a sobrellevar los tiempos más difíciles. Es el valor del bombero que sube corriendo por una escalera llena de humo, pero también la voluntad de un padre de cuidar de su hijo; eso es lo que, al final, decide nuestro destino.”

Nueva llamada, y van como tres, a mover el culo del asiento. ¿Qué hay un huracán? Ve a ayudar, no esperes. Sin embargo, lo de compartir el empleo antes que perder puestos de trabajo no sé yo cómo lo verán los sindicatos, y los propios trabajadores. Bueno, sí sé cómo lo verán. Es muy posible que Obama pierda popularidad y votos por la izquierda y que llegue a la reelección apelando más al centro que otra cosa, incluso robando votos en territorio republicano.

“Que se cuente al mundo futuro... que en el más profundo invierno, cuando no podía sobrevivir nada más que la esperanza y la virtud... la ciudad y el campo, alarmados ante el peligro común, se apresuraron a hacerle frente. “

Cita a Washington en la guerra contra Gran Bretaña. De nuevo compara la crisis actual con un clima invernal o tormentoso. Aquí yo creo que se nota que los discursos no los escribe el propio Obama, sino su redactor de cabecera. Aunque Obama ha mamado desde pequeño la historia del país, él no deja de ser un segunda generación nada más, al menos por parte de padre. Su familia negra nunca fue esclava (la de su mujer sí, y no hay más que ver sus apellidos. El Obama suyo se hubiera perdido en el Atlántico y el Robinson de ella es nombre de esclavista blanco), a pesar de lo cual está justificada su admiración por Lincoln. Pero lo del ejemplo de Washington ya parece quedarle un poco demasiado lejano, creo yo. Eso debe haber ido dirigido más para la gente de la costa este, que siempre está super orgullosa de ser la cuna del imperio.

“Que los hijos de nuestros hijos puedan decir que, cuando se nos puso a prueba, nos negamos a permitir que se interrumpiera este viaje, no nos dimos la vuelta ni flaqueamos; y que, con la mirada puesta en el horizonte y la gracia de Dios con nosotros, seguimos llevando hacia adelante el gran don de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones futuras.”

Quizá aquí se acaba de condensar el tono general de un discurso muy disperso (y no por ello malo): que no se puede garantizar nada excepto el haberlo intentado lo mejor que pudimos. Y que si se flaquea, se le mire a la cara a los niños que serán la siguiente generación y se imagine uno diciéndoles que lo tenéis de colorines, chavales, con lo que os vamos a dejar. A veces, eso es lo único que empuja a uno a tirar para adelante. Como viene siendo desde siempre.

Comentarios aquí

lunes, 19 de enero de 2009

Democracia y terrorismo

Celadus
en Memorial de Isla Negra

Existe entre los políticos nacionalistas una costumbre muy extendida consistente en equiparar sus propios cargos públicos, personas o actividades políticas con el territorio que afirman defender o con su población. Así, cuando se critica al lehendakari enseguida saltan voces airadas que afirman que se está atacando a Euskadi o a Cataluña si el atacado es el President o algún Conseller. En el caso del Gobierno de Israel y los de los Territorios Palestinos (Hamás y la ANP) sucede algo semejante. Lo hemos visto estos días, con las manifestaciones a favor de los palestinos y las manifestaciones a favor de Israel. Voces indignadas acusaban de antisemita a todo aquel que cuestionaba o criticaba las acciones militares israelíes en la franja; o por el contrario tachaban de sionistas a quienes las defendían. Equiparar la actual política del gobierno israelí con el Estado de Israel o con el pueblo judío es un error de igual calibre que asumir que los fundamentalistas fanáticos de Hamás y el pueblo palestino sean la misma cosa. Criticar las acciones militares del ejército israelí en Gaza no implica en absoluto una crítica a los judíos ni a los israelíes como pueblo. Lo que ocurre es que los políticos y sus acólitos saben muy bien que aquí nos la cogemos con papel de fumar y que somos un país lleno de complejos donde lo políticamente correcto se ha convertido en el nuevo dios de la democracia. Pareciera que para poder hablar del tema hubiese que condenar con la misma vehemencia a Hamás, como si ambas partes tuviesen el mismo peso específico y la misma responsabilidad. Pero es que no es así, por mucho que quieran hacérnoslo ver de ese modo. No se pueden juzgar con la misma vara las acciones y las decisiones de un gobierno supuestamente democrático y las de un grupo terrorista del tipo que sea.

Nadie cuestiona el derecho del Gobierno de Israel a defender a sus ciudadanos de los ataques desde territorio palestino, ni el derecho de esos ciudadanos a que su gobierno los defienda (tampoco debería cuestionarse el derecho de los ciudadanos palestinos a que sus gobernantes hagan lo propio). Lo que se está cuestionando aquí son los métodos empleados. Que Hamás es un grupo terrorista lo sabemos todos. Que se han aprovechado de la miseria de su pueblo y de la ineptitud y la corrupción de la Autoridad Palestina para hacerse con el apoyo popular de los habitantes de la Franja de Gaza tampoco es cosa discutible. Pero ninguna de esas razones da derecho a un estado que se dice democrático y que presume de ser la única democracia estable en la zona para actuar como lo ha hecho. El Gobierno de Israel pierde así toda la legitimidad moral que pudiera asistirle para enarbolar la bandera del derecho a la autodefensa. La democracia tiene innumerables ventajas pero también tiene sus inconvenientes. Y uno de ellos es que para combatir el terrorismo el estado no puede usar las mismas tácticas que los terroristas.

Lo que el Gobierno de Israel ha estado haciendo en Gaza por medio de su ejército es lo que vulgarmente se llama matar moscas a cañonazos, con la salvedad, no precisamente insignificante, de que los muertos en este caso no son moscas sino personas. Se esgrime el argumento de que es Hamás quien usa a la propia población civil como escudos humanos y que los milicianos y dirigentes se ocultan en bloques de pisos para evitar ser detenidos. Y eso es cierto. Pero no es menos cierto que la solución a ese problema no puede ser bombardear el edificio y acabar así con la vida de niños, mujeres y hombres inocentes además de con los milicianos. Como tampoco es de recibo prohibir la entrada de ayuda humanitaria para la población civil o bombardear por “error” los depósitos de Naciones Unidas donde se guardaba lo poco que pudo llegar. Eso, se mire como se mire, se llama terrorismo de Estado.

Los estados democráticos están obligados a buscar otras vías para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Todas las democracias del mundo sufren hoy día la amenaza del terrorismo dentro de su territorio, y algunas mucho más que la simple amenaza. En España sabemos bastante del tema. Para entender lo que digo basta con un sencillo ejercicio de imaginación, salvando las distancias. Basta imaginar al ejército español bombardeando los pueblos del país vasco donde hay alcaldes de ANV o disparando misiles desde un helicóptero al coche donde viaja un dirigente de ETA en cualquier carretera de Francia, llevándose por delante los coches que haga falta en el camino.

Lo más triste de todo es que esto no hace más que alimentar la espiral de violencia entre unos y otros. Para mi, además, es la prueba evidente de que el actual gobierno de Israel no quiere la paz bajo ningún concepto. Que Hamás tampoco la quiere es algo igual de evidente. Pero se supone que los demócratas somos los buenos de la película. O a lo mejor es que el día que lo explicaron yo no fui a clase.

Comentarios

domingo, 18 de enero de 2009

La Princesa del Guisante

Eli
en Acordes y desacuerdos: Escritophenias

Cuentan los viejos que la soberana del Antiguo Reino buscaba una princesa que fuera auténtica para casar con ella a su heredero.
Cuando una noche de tormenta llamó al castillo una muchacha empapada afirmando ser una princesa extraviada, la reina decidió comprobarlo colocando un guisante bajo veinte colchones y haciendo que la extraña durmiera sobre ellos.
Al despertar a la mañana siguiente, la muchacha se quejó de las durezas insoportables que no la habían dejado dormir, revelando así la delicadeza de su piel y su verdadera condición de princesa.

Estamos tan acostumbrados a las matanzas en el mundo, a las enfermedades o las catástrofes que hemos convertido la conciencia, la solidaridad, la caridad en ese pequeño guisante asfixiado bajo capas de comodidad, autocomplacencia e insensibilidad.
Nos conformamos muchas veces con vacuos gestos grandilocuentes destinados más a propagar la imagen de solidarios que a ejercer realmente como tales.
Organizamos multitudinarias manifestaciones contra el bombardeo en la franja de Gaza , mientras subrepticiamente rogamos por que nos saquen en la tele junto a ese actor que mola tanto y que lleva la pancarta a nuestro lado. Nos colocamos lazos de mil colores para demostrar lo cool que somos apoyando las campañas contra las maléficas enfermedades que diezman el tercer mundo, pero jamás hemos donado un mísero céntimo para vacunas, medicinas o alimentos. Escribimos airadas cartas a los diarios denunciando las condiciones de repatriación de los pobres inmigrantes ilegales, pero volvemos la cabeza en los semáforos cuando el polaco o subsahariano de turno nos tamborilean la ventanilla del coche.

Pero aún no he perdido del todo la esperanza en la bondad el hombre. Son pocas, pero ahí están: personas anónimas que no tiene reparos en participar en montones y montones de actividades que, aunque pudiéran parecer fútiles, alcanzan y llenan mucho más de lo que se pueda imaginar.

L. me dió una vez un verdadero ejemplo de humanidad. Estaba recogiendo ropas de abrigo usadas para repartir entre los vendedores de los semáforos que habitualmente ve en su recorrido al trabajo (una insignificancia entre el montón de actividades en las que estaba comprometida) cuando le pregunté que qué pensaba que iba a conseguir con ese minúsculo gesto inútil. Pero ella, sonriendo con esa calidez que la caracterizaba me respondió:
¡Uy! No te creas que soy tan ingenua como para pensar que un abrigo puede cambiar el Mundo. Pero yo creo que cada persona tiene la capacidad de cambiar la pequeña porción de mundo que la rodea. Si todo el mundo fuera capaz de comprender esto, las cosas irían mejor. Y yo estoy tratando de hacer mi parte día a día.

Comentarios

sábado, 17 de enero de 2009

Extremistas

Juan
en Adicto a la gente

Hay que diferenciar, en primer lugar, el concepto de extremista, fanático y el de radical.

El radical busca y profundiza “hasta la raíz” en el origen de los problemas. Y es, desde la raíz, desde donde propugna los cambios de la sociedad. Son cambios, habitualmente, de contenido altamente revolucionario, pero bien concebidos y racionalizados. Radical fue la Revolución francesa, el marxismo, Julio César o, en la actualidad, algunos movimientos feministas. El radical, cuando consigue sus objetivos, es capaz de cambiar el mundo durante generaciones.

El extremista no es llevado por la razón sino por la emoción. Parte de reflexiones con poca o ninguna base y las defiende, no desde la lógica, sino desde sentimientos más o menos violentos: ira, odio, violencia verbal o física.

El fanático, según la RAE, defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas. Por consiguiente, todos los extremistas y radicales son fanáticos, pero no a la inversa. Se puede ser fanático de un grupo de música o un club de fútbol, por ejemplo, y no tener ninguna de las características de extremistas y radicales.

Decidir lo que son o no ideas extremistas es harto complicado. Lo que aquí y ahora resulta normal e incluso conservador, allí y antes era extremismo puro y duro. No me interesan por tanto lo que son o no ideas extremas, sino los que son o no extremistas.

Características del extremista
1. Son personas que tensan las posiciones y las llevan hasta el límite. Distorsionan la realidad hasta llevarlos a un punto de irrealidad imposible.

2. Impaciencia. Los objetivos hay que lograrlos aquí y ahora.

3. La victoria ha de ser absoluta. No les basta con conseguir avances, siguen la consigna del “todo o nada”. Por eso, negociar con extremistas, no es buena idea. No se puede negociar con el que no se conforma nunca. El extremista aborrece de los compromisos o acuerdos.

4. “El que no está conmigo, está contra mí”.

5. Escoge a un enemigo, real o imaginario, al que hace responsable de todos los males de la humanidad. A ese enemigo lo llega a odiar incluso hasta la muerte. Para el religioso ultra, la laicidad es el mal único, para la feminista extremista, el machismo es el origen de todos los males o para el extremista de izquierda, es el capitalismo la raíz de todos los males.

6. Uso de la violencia. Como la victoria ha de ser completa e inmediata, los mecanismos racionales para conseguir cambios no les sirven. El uso de la violencia verbal y física, e incluso en último extremo, del terrorismo, es el final lógico para estos sujetos.

7. Su ideología no sólo es la mejor....es la única. Esto los lleva a la intolerancia.

8. Son individuos profundamente tribales, sin la menor traza de autocrítica. Nunca van solos, sino en pandilla y, los miembros de su tribu, no tienen culpa de nada, no son responsables de los actos, a veces abominables, que cometen. Estos actos son consecuencia lógica de la maldad absoluta de la tribu contraria.

9. Los extremistas se creen con el derecho a completar su propio destino, aún a costa de imponer sus criterios por la fuerza, sintiéndose la vanguardia y la élite de la humanidad. La propia trascendencia de sus ideas les otorga impunidad ante los actos más salvajes que puedan cometer, justificados por un fin último y elevado. No sienten remordimiento ni muestran la más mínima empatía por el que ha sufrido las consecuencias de sus actos.

El extremista ¿nace o se hace?.

No se me ocurren respuestas satisfactorias. Pienso que el extremista, de alguna forma, nace. Creo que debe existir una predisposición genética para que, a algunos individuos, les sea más fácil enrolarse en aventuras, llamémoslas, románticas. Deben ser personas que, al contrario que a la mayoría, el cambio no les produce miedo, sino todo lo contrario, una forma de sentirse bien. Por supuesto que deben haber psicópatas en estos movimientos, pero intuyo que deben ser los menos, aunque siempre bien aprovechados por los cabecillas. También hay personas que tras determinadas vivencias, más o menos traumáticas, llegan a este tipo de movimientos.

Sin un caldo de cultivo adecuado, el extremista no se desarrolla plenamente. Será un individuo tozudo, prejuicioso, siempre en posesión de la verdad, intolerante y violento, pero en un ámbito privado.

Cuando varios “extremistas genéticos” encuentran en un lugar determinado un motivo o una idea para luchar, es cuando desarrollan todo el potencial. Da igual que idea sea, con tal de que esa idea les enfrente a toda la sociedad. Un extremista determinado, si hubiera nacido en Alemania en los años 20, se hubiera convertido en nazi, si hubiera nacido en los años 30 en China hubiera sido maoísta y si naciera en Afganistán sería un islamista extremista. Lo de menos es la idea que decide defender, lo importante es desarrollar la personalidad para la que han sido programados.

No creo en el determinismo genético, pero sería igualmente absurdo desdeñar la influencia que los genes pueden tener en nuestras actitudes.

Al contrario que los radicales, los extremistas sólo son capaces de cambiar el mundo durante un corto y sangriento lapso de tiempo.

Comentarios

viernes, 16 de enero de 2009

De gorra y de cajón

Rogorn
en Blogorn

En la columna anterior hablaba del gusto de comprar un periódico a pesar de poder leer las noticias gratis por internet, y alguien en Menéame comentó al leerlo que ‘qué desperdicio de dinero’. Esto, para empezar, no me sorprendió y, para continuar, me trajo a la memoria un artículo de hace un mes en El País sobre la piratería. No la de Somalia, sino la que hacemos todos en casa. El artículo es del director general de la Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual, y habla de cómo frenar la ‘piratería on line’, como la llama él. En un solo día el artículo generó 352 respuestas (gran ventaja de la edición electrónica de los periódicos, por cierto, al César lo que es del César), seguramente escritas entre descarga y descarga, y en ellas se ve que la inmensa mayoría está por defender, con todo el morro y sin ningún desdoro, que qué freno ni qué niño muerto y que nos dejen robar tranquilos.

Dentro de las respuestas hay temas, subtemas, razones, contrarrazones, y todo lo que nos podemos imaginar en gente de variopinto pelaje pero que al menos entra en la página de un periódico serio. Y entre ellos me quedé en la mollera con uno que decía, más o menos: ‘Precisamente estuve hablando con un amigo el otro día de este tema, y él dijo que él nunca compra nada y que se lo baja todo. Que vaya tontería pagar por algo que puedes conseguir gratis. Que cae de cajón’.

No sé si ese amigo será el mismo que todos tenemos para mandarlo al médico a preguntar por remedios para la impotencia, o a Hacienda para que le digan si olvidarse de incluir tal o cual recibo en la declaración es desfalco, o a Mari Juani para que le informe de cómo podría uno ligar con Mari Loli, que a mí me parece maja namás, a ver si mentiendes, pero que a mi amigo se le cae la baba, pero en este caso la naturaleza del amigo es secundaria. A mí lo que me dejó, en dos palabras, im presionado, fue lo del cajón.

Cajón (coma) ‘ser de (guión) algo’, según la RAE, es una loc. verb. coloq. que significa ‘ser evidente, obvio, estar fuera de toda discusión’. Y claro, en ese cajón caben muchas cosas, no sólo lo de piratear cosas por la patilla que sabe cualquier españolito. También cabe que un empresario tenga a la gente a contratejos de seis meses en vez de hacer al personal fijo. Vaya tontería pagar más por algo que puedes tener por menos. Ese era el principio dominante, ¿no? Luego entonces, cae de cajón también. O que las ministras de vivienda quieran meter a la gente en minipisos, con eso de la crisis, con lo cual hay más sitio para más pisos y más gente y más dinero. Es exactamente el mismo tipo de mentalidad cainita, y debido a ella, tenemos el país que nos merecemos, démonos cuenta de ello o no.

Una de las cosas en que me fijo mucho cuando alguien se pone a hablar o escribir en plan ‘vaya país éste, estas cosas sólo pasan aquí’ es para ver si eso que se menciona como típicamente nacional ocurre en otras partes de la pelota rodante también. Y uno se encuentra con que, prácticamente siempre, sea cual sea el defecto de que se trate, se le puede aplicar el PUEP, o Principio Universal de la Ebullición de las Papilionáceas, o séase, que en todas partes cuecen habas. Bueno, pues en este caso concreto el principio no se aplica: esto del pirateo libre no pasa en todas partes. No sólo pasa en esta España mía, esta España nuestra, por supuesto, pero aquí pasa un montón. El propio artículo antes mencionado dice que ‘en algunos medios de prensa, extranjeros y nacionales, se otorga a España - cuna de música, literatura y cine con respeto universal- una marca vergonzosa: ‘España, capital pirata’. La propiedad intelectual es vulnerada a diario con total impunidad sin que las pérdidas económicas causadas a los sectores que dependen de ella, (la música, los videojuegos y el cine principalmente), provoquen una reacción contundente en nuestro gobierno’. En esas naciones que a menudo insultamos y a menudo admiramos como La Frans, los Yueséi o la Pérfida, esto está prohibido, bloqueado, perseguido o al menos tratado y mirado de alguna manera que no dé risa, y no es por creerse unos estirados aguafiestas protectores de una gente que está montada en el dólar, sino porque es un trabajo del que vive mucha gente, no sólo actores y cantantes ricos, y se protege, o esos puestos de trabajo se van a la porra. Y entonces, cuando el dependiente del videoclub que se baja todas las pelis al llegar a casa vea cerrar la tienda, pues a volver a trabajar de seis en seis meses. Si es que llega a tanto. A ver qué tal. ¿Pero aquí? Amos, anda. Aquí la higuera y la nocturnidad están metidas en el adeene y en el deneí.

Y no sólo eso, sino además con el agravante el defender la gorra con el cajón, como hacía el amigo del antedicho. Porque no se trata de que se pirateen cosas con un cierto sentimiento de culpa, sabiendo, aunque sea en el fondo, que está mal, o buscando excusas como que sólo se baja uno cosas que no se encuentran a la venta. Qué va. Se va y se monta una manifa por el derecho. Luego no se monta ninguna por el derecho a robar leche o comida de bebé. ¿Para qué? Habiendo circo gratis, ¿para qué queremos pan?

Luego se extraña la gente de que en un país con estudiantes y curritos de esa mentalidad haya los empresarios y ministros que hay. ¿De dónde creerán que salen? De debajo de la misma piedra, que nadie lo dude. Que ya sólo falta ir a un bar y no querer pagar la caña, con la excusa de que como sólo te bebes la cerveza y no te llevas el vaso, pues eso, de gorra y con un par de cajones.

Comentarios aquí

jueves, 15 de enero de 2009

Quién ha sido?

Lenka
en Esperando a los búhos

Cómo era el amor antes? Se juntaban las parejas sólo para procrear, para satisfacer ciertas necesidades? Creamos la sociedad a base de hacer grupos que se defendían los unos de los otros? La progenie, la supervivencia. Cuándo entró el amor en todo esto? Lo hubo siempre, desde que somos racionales? Ahora dicen que el amor es una mera cuestión química. Feromonas, olores, hormonas y demás. Cuánto hay de instinto y cuánto de emotividad? Y qué es la emotividad? Emparejarse ha sido útil en el más amplio sentido de la palabra. Desde la mera propagación de los genes hasta la interesada unión de blasones, apellidos, escudos de armas, tierras y fortunas. Pero cuándo nació el amor? En la corte de Leonor de Aquitania? O ella se limitó a darle publicidad, a patrocinar el producto, a inventar la parafernalia del cortejo? El amor era distinto para los de arriba y para los de abajo?a En qué momento empezamos a emparejarnos por AMOR, sea lo que sea eso? Cuánto de instinto y cuánto de interés conservamos en este juego? Se sufría más o menos cuando tu padre te entregaba a un hombre que él elegía? Funciona mejor o peor desde que somos nosotros los que nos buscamos, los que escogemos? La emotividad se ha cargado el amor? Era mejor verlo como un negocio, como una asociación? Es mejor entenderlo como mera compañía mutua? Pero es triste, verdad?

Por qué sufrimos tanto por amor? Qué esperamos de él? Cuánto somos capaces de pedirle y a cambio de qué? Es todo culpa de las películas? Nos han vendido la moto de la media naranja, del ser perfecto que se nos ajuste como un guante y nos lo hemos creído? Por eso sufrimos tanto buscando esa media naranja que nunca llega y coleccionando cáscaras de limón? Estamos pidiendo lo imposible? Es muy romántico, pero, no es también un tanto masoquista? Son más felices los que se conforman? Y, en realidad, se conforman, y por tanto son cobardes, o simplemente aceptan demostrando madurez e inteligencia? De verdad son felices, o anhelan en secreto la gran historia, la que, si algún día apareciera, les cambiaría la vida por completo? Se atreven a soñar tal disparate los felices? O no les hace falta? Es, en realidad, un disparate?
De verdad hay que sufrir por amor? Cuando no duele, es menos noble? Por qué tanta gente siente que le falta algo para ser del todo feliz? Por qué algunos sienten esa nostalgia de lo que no han tenido? Por qué otros exigen al amor una perfección que parece no existir? Por qué encuentras a tantas personas que se atan a otras con desesperación de náufrago, que prefieren ahogarse con alguien antes que caminar solos? Por qué unos esclavizan y otros se dejan esclavizar? Por qué algunos llegan a sentir que el otro les pertenece, que ya no es una vida, sino su propia vida? Por qué hay tantos que se enamoran del amor mismo, se empeñan en idealizar a una persona y luego se sienten engañados al comprobar que no era así? Por qué los hay que se fijan en lo opuesto a lo que desean con la extraña intención de cambiarles a su gusto? Cómo se puede amar a alguien deseando que sea otra persona? Realmente la química puede complicarnos tanto la vida?
El amor galante, las novelas, el cine, San Valentín y los ramos de rosas... cómo hemos llegado a meternos en este lío??

Comentarios aquí

miércoles, 14 de enero de 2009

Bancos, empresas, Gobiernos y nosotros

Juan
En Adicto a la gente

En la actualidad se tiende a culpar de nuestra mala situación económica, del mal reparto de bienes en el mundo, de las injusticias y desigualdades, de la existencia de la pobreza, hasta de las guerras, a los bancos, empresarios o las Administraciones Públicas (sobre todo si es la norteamericana). Llegamos a estar absolutamente convencidos de ello dado que, cuando hablamos del tema en cualquier reunión, siempre nos dan la razón, todos están de acuerdo, sobre todo si no se sienta con nosotros, que es lo más habitual, ningún banquero, gran empresario, ministro o presidente de gobierno. Y contra más les criticamos, mejores somos.

Por supuesto, nosotros no somos responsables de nada, pues nada podemos hacer.

No dudo que tienen una gran responsabilidad en las cuestiones negativas que suceden, pero tanta como de las cosas buenas que también nos pasan.

BANCOS
Podría existir un mundo sin bancos, pero dudo mucho que mejorase lo que tenemos. Probablemente no sólo no aliviaría la pobreza actual si no que la extendería mucho más. El sistema financiero es uno de los pilares básicos en que se asienta nuestro estado de bienestar. No ha servido para erradicar la pobreza en todo el mundo, pero sí ha contribuido de manera eficaz para combatir la pobreza en una parte de ese mundo.

Se puede decir que lo han hecho por dinero y no con fines benéficos, y es cierto, pero muy pocos de los que critican a los bancos trabajan si no hay dinero de por medio. Yo considero justo que se gane dinero si tu trabajo esta consiguiendo un beneficio para la comunidad.

Se puede decir que ganan mucho dinero. Pero en una Sociedad como la que nos hemos dado, eso no es un delito, mientras no lo roben. Además, un sistema financiero que no sea robusto, con unas buenas ganancias, daría al triste con el tipo de sociedad que hemos constituido.

Hay bancos y banqueros sinvergüenzas, como no podría ser de otra forma. Igual que hay jueces, médicos u obreros, que no tienen la más mínima decencia en sus respectivos trabajos. Pero no se puede etiquetar a todos como deshonestos por culpa de una minoría. Pueden existir algunos abusos, como en cualquier otro aspecto de la vida, pero creo sinceramente que, al menos en España, son los menos. Buena parte de ello, y aquí una lanza a favor de nuestros gobiernos, ha sido una regulación de la actividad financiera que se ha demostrado muy válida. El ultraliberalismo ha fracasado. El Estado y, detrás del mismo todos los ciudadanos, deben poner unas normas de conducta de obligado cumplimiento para evitar casos como el que se está dando en la actualidad en EEUU. Nunca, demasiado poder en unas manos es bueno, porque siempre se van a aprovechar algunos de los que lo detentan.

Nos quejamos de los bancos, pero eso no sirve de nada. No hay que quejarse, sino ser responsable de nuestras propias finanzas. Los bancos no tienen culpa de que nos dediquemos a comprar a plazos multitud de bienes supuestamente necesarios. El último coche que se nos ha antojado o la casa más grande y mejor situada que nos podemos permitir, nos pueden ahogar....y no es el banco el que nos aprieta, somos nosotros los que hemos realizado una elección incorrecta. Ningún banquero me ha puesto nunca el revolver en la nuca para aceptar y firmar un crédito. Me venden dinero y yo acepto pagar por esa venta una cantidad estipulada. Invierto en fondos de inversiones, pero sin tener ni la más ligera idea de en qué estoy invirtiendo. Cuando las cosas van mal, la culpa de la pérdida de mis ahorros es del banco, si las cosas van bien, es que soy muy listo.

EMPRESARIOS
La lucha de clases tuvo su sentido en el siglo XIX. Hoy en día no la comprendo. Los sindicatos nos venden la imagen del empresario como un monstruo que sólo quiere ganar dinero y, para ello, explota a los trabajadores.

Esto fue así. Con las doctrinas ultraliberales, el empresario puede hacer y deshacer lo que le dé la gana. Afortunadamente, las ideas socialistas se han ido mezclando con las ideas capitalistas y, sobre todo en Europa, han creado un sistema de libre mercado con una tutela efectiva del Estado y unos altos impuestos, con lo que la brecha que existía, se ha ido cerrando paulatinamente.

Como decía antes con respecto a los bancos, hay empresarios sinvergüenzas, ni más ni menos que trabajadores por cuenta ajena sinvergüenzas, que no dan un palo al agua. Pero los empresarios son fundamentales en nuestra economía, son los que con su talento, ingenio, capacidad de innovación y sus riesgos, son capaces de vivir de su trabajo a la vez que consiguen que otros también lo tengan gracias a su ingenio. No se les puede pedir que sean ONGs, no es justo. La posibilidad de ganancia, de expansión, de crecimiento, les llena las arcas, pero a su vez, crean más riqueza para todos.

ADMINISTRACIONES PUBLICAS
Tendemos, y me incluyo, a criticar a todos los políticos. Parece que todos son ratas de alcantarilla que sólo van a medrar. Y en muchas ocasiones es cierto, pero en otros muchos no. Hay muchos honrados, honestos, que se pueden equivocar, pero luchan día a día por mejorar las condiciones de todos nosotros.

El problema principal que les veo es la falta de autocrítica. Ven muy bien los defectos del rival, pero ojo, los propios, ni flores. Pero a la hora de trabajar, creo que muchos dedican muchas horas, muchos esfuerzos para ir mejorando nuestra situación.

Basta recordar como era España hace 30 años y como es ahora. Hemos avanzado mucho y, en buena parte, se les debe a ellos.

NOSOTROS
Sobre nuestra felicidad influyen factores externos. El paro, la delincuencia, la violencia, gobiernos corruptos, bancos que quiebran fraudulantemente, empresarios sin escrúpulos que hacen la vida imposible a sus empleados o un mal sistema educativo, tienen que ver con nuestro grado de bienestar. Nosotros solos poco podemos hacer para cambiar estas realidades, pero eso no nos puede servir como coartada para no hacer nada. Al final, nuestra felicidad, depende más de nosotros mismos, de nuestra escala de valores, de saber disfrutar de lo simple, que al final es la salsa de la vida, que de las grandes cuestiones de Estado o Macroeconomías.

La Solidaridad, no las debemos dejar sólo en manos de las grandes corporaciones. No son los únicos responsables ni son los únicos que pueden hacer algo. Cambiemos a la Sociedad a través de nuestro esfuerzo y de nuestra lucha personal. Las mejores armas las tenemos, a veces, muy escondidas: una sonrisa, un abrazo, una escucha activa, un voto, un compromiso, nuestro trabajo día a día, confianza en uno mismo para poder confiar en los demás. Abrirnos al mundo, en una palabra.

Comentarios aquí

Para interesados en colaborar con nosotros:

La inspiración principal de este blog proviene de la forma de expresar opiniones, impresiones, anécdotas y demás vivencias de las columnas de periódicos y revistas (de ahí el nombre). Sin tener la pretensión de emular, imitar o enmendar la plana a nadie, se trata de dar rienda suelta a la creatividad propia en ese tipo de estilo y formato aproximado. Si alguien está interesado en participar con sus propias entradas, sea esporádica o habitualmente, puede ponerse en contacto con nosotros en esta dirección de correo electrónico:

rogorn.alatriste@hotmail.co.uk

Gracias y que disfruten del blog.

lunes, 12 de enero de 2009

Sobre derechos y deberes

Celadus
en Memorial de Isla Negra

Siempre me ha sorprendido ver en los centros sanitarios de la Junta de Andalucía los carteles informativos sobre los derechos y deberes de los pacientes o usuarios, como se les llama ahora: una larga lista de derechos (30) y una mínima lista de deberes (6). Derechos que todo el mundo exige cuando se tercia –cosa absolutamente normal y nada reprochable- y deberes que una gran mayoría parece desconocer o, simplemente, les importan un pijo. Deberes que incluyen, entre otros, el cuidado del material y el trato respetuoso hacia el personal que les atiende. Y esta desigualdad entre los platillos de la balanza no responde a otra razón más que la obsesión enfermiza de los cargos públicos por lo políticamente correcto, por quedar bien ante los electores, somos los más chachis, supermodernos, el cliente (y la clienta, faltaría más) siempre tiene la razón y toda esa monserga. Así que una parte nada desdeñable de la clientela se envalentona a menudo, sintiéndose respaldada por sus derechos del usuario y se pasa los deberes por el forro de la entrepierna, además de pasarse también varios pueblos. Nunca he visto a nadie montar un pitote por tener que esperar su turno en la cola del banco, o llamar a un funcionario de hacienda “chaval”, “quillo” o “muchacho” o a una funcionaria “muchacha” o directamente, “chocho”. Pero sí lo he visto a menudo en los hospitales al referirse al personal sanitario, especialmente a los que más tratan con paciente y familia, auxiliares y enfermeras.

En los servicios de urgencias la cosa es mucho más sangrante. A menudo se ha llegado incluso a la agresión física. La verbal es moneda corriente. Comprendo que la enfermedad suele ser muy jodida y que todo el mundo quiere que se le atienda de inmediato. Pero también es verdad que mucha gente acude a urgencias para evitar tener que esperar la cita en su ambulatorio o centro de salud y que, no contentos con saturar un servicio y recibir en unas horas las atenciones que por vía normal tardarían semanas, montan el espectáculo acusando al personal de vagos sin sentimientos, pasotas de pijama blanco que tratan a las personas como objetos. No saben, o no les importa, que ese personal esté sometido, además de la presión propia de la profesión, a unas condiciones de trabajo a menudo cercanas a la explotación, muchas veces con contratos basura, con bajas que no se cubren y que tienen que suplir los propios compañeros, y un sin fín de despropósitos que sería demasiado largo enumerar.

Por eso, a veces, el asunto toca fondo y pasa lo que pasa. Imaginad la escena. Servicio de urgencias de un hospital comarcal. Un cliente que lleva varias horas esperando, tras haber sido clasificado en función de la urgencia de su patología, comienza a montar el espectáculo a voz en grito, diciendo que a esto no hay derecho, que se le atienda de inmediato, entrando incluso en zona restringida y molestando, por cierto, con sus gritos al resto de los enfermos. El tipo, finalmente accede a la consulta del médico y allí continúa su monserga ante el facultativo: que si tengo derecho a esto y a aquello y rematando con la socorrida frase “porque a ti te pago yo con mis impuestos”.

Ernesto es médico de urgencias desde hace ya muchos años, arrastra ya las tablas suficientes como para que esta situación no sea nueva. La ha vivido ya otras tantas veces. De modo que Ernesto espera pacientemente a que el cliente acabe de despotricar. Entonces saca del cajón de su mesa una calculadora y aparenta hacer unas cuentas. Tras dejar la calculadora sobre la mesa, mira al cliente y sin perder la calma ni elevar la voz le responde:
- Usted me paga a mí exactamente veinte duros.
Ernesto saca de su bolsillo una moneda de cien pesetas y la pone sobre la mesa.
- Aquí los tiene usted – le dice sin perder la compostura y muy educadamente-. Y ahora, váyase a tomar por culo, que no me sale de los cojones atenderle.

Comentarios aquí

domingo, 11 de enero de 2009

Por qué lo llaman amor cuando quieren decir...Eso

Eli
en Acordes y desacuerdos: Escritophenias

Escuchaba hace tiempo en la radio las declaraciones de una asamblea de hombres contra la violencia de género justo cuando el marido de una paciente se acercaba a pedir algo. Y señalando con la cabeza al emisor se jactaba de no haber tenido nunca necesidad de poner una mano encima a su legítima.
Es cierto que parece una buena persona y que se preocupa de la salud de su esposa. Pero no entiendo que pueda imponer su criterio, gustos o necesidades apoyado por una ley, costumbre o religión.

Incluso dentro del supuesto amparo de una institución que vela por la seguridad de las personas, hay muchísimas ocasiones en las que las enfermeras nos vemos impotentes para evitar situaciones que perjudican a las mujeres.
No hace falta levantar una mano para herir: algunas veces basta con obligarlas a ejercer lo que su derecho de hombres les reclama.
Y que da lo mismo que la paciente tenga fiebre, vomite o sea portadora de una sonda vesical. El derecho marital no espera.

Aún me encuentro en situaciones en las que tratan de prohibirme lavar a una mujer, para evitar que pierda el "olor a hembra". Aún tengo que pelear con alguna paciente tratando de hacerle ver que el encaje rojo no es lo más adecuado para ir a hacerse una prueba diagnóstica, pero es que "es lo que a mi marido le gusta". Aún lucho en vano por intentar que una enferma tenga una ingesta adecuada cuando a su señor esposo no le parece bien y la surte de presuntos nutrientes para la fertilidad. Pero sobre todo aún me hierve la sangre cuando veo a una paciente durmiendo sobre una manta en el suelo porque el amo tiene que descansar en la cama hospitalaria.

Lo más triste de todo no es que se resignen, sino que muchas lo hacen de buen grado.
Cuando todos los servicios de salud del mundo ofrecen una carta de derechos de los enfermos que les garantice su dignida como persona ¿quién protege a estas víctimas?

Comentarios.

sábado, 10 de enero de 2009

Pagar por leer

Rogorn
en Blogorn

Desde que empezó a usar sus pulgares oponibles y a andar derecho, como mandan las madres, la capacidad inventiva del hombre (ups, perdón, ‘del ser humano’) ha puesto sobre esta pelota rodante en que vivimos cosas increíbles: cajas de metal con ruedas que te llevan de un sitio a otro, (la rueda la hubo que inventar también, claro), pájaros dentro de los que volar más cómodo que un ídem (Barajas mediante), trozos de plástico para que lo que dice tu boca lo recoja el oído que tú quieras en cualquier parte del mundo (saldo mediante), cuadrángulos mágicos donde ver lo que pasa y lo que se imagina (tdt mediante), fábricas donde producir y procesar todo el año lo que nuestro cuerpo necesita y lo que no necesita pero se le antoja (crisis mediante)... Sería difícil decidir cuál es el mayor invento de a historia (y al final ganaría la cama, seguro, que se lleva al menos mis douze points), pero uno que siempre me ha asombrado y deleitado es el periódico.

Hoy, como cada sábado en Inglaterra o domingo en España me he dado un garbeo y me he pillado mi copia del Times o de El País, pagando la libra cincuenta o los dos euros diez. Y esto a pesar de que hace un frío del carajo (o de los bollocks) y sé que voy a pasarme el resto del día en casa con un acceso a internet que me permitiría leer gratis todas y cada una de sus noticias y secciones, más lo que me haya perdido de otros días. El Times está incluso digitalizando sus fondos desde nada menos que 1785, cuando Napoleón era teniente (no es una metáfora gratuita: era teniente ese año, a los 16), así que puedes leerte Trafalgar en directo si te da el punto, o las reseñas originales de Dickens, Conan Doyle o Agatha Christie. Podría ahorrarme unas buenas pelas a lo largo del año y además contribuiría a que con mi renuncia a comprar ese montón de hojas impresas cuya fabricación contamina, el periódico como tal desapareciera y reducir así el efecto invernadero ese (a pesar de que hoy, repito, más parece ‘efecto invierno’ que otra cosa).

Pero no me da la gana. Para mí, comprar un periódico es la culminación de un extraordinario proceso por el cual una serie de tíos (y tías) se enteran de lo que pasa en tu ciudad, país y mundo, empiezan a darle a la tecla, a menudo bastante por extenso, lo mandan donde sea que lo manden, lo imprimen donde sea que lo impriman, y a la mañana siguiente, meras horas después de que pase, tras haber estado tú de cogorza o acabándote el maratón de ‘El señor de los anillos’ versión extrasuperextendidamáslargaqueelpropiolibro, te bajas al quiosco y ahí está, fresco cual lechuga. Y el día que no tienes tiempo, también está, tristón porque lo ignoras. Y el día que tienes que envolver pescado, ahí está. Y el día que se agota, compras otro a regañadientes, para ver qué dice la competencia. Porque claro, además lo que pasa es que esto no lo hace un grupo de locos, sino varios grupos de locos diferentes, cada uno con su tema. Algunos sólo hablan de fútbol y todo. Lo cual mola más todavía. Y no sólo eso, sino que al día siguiente todo el esfuerzo no vale para nada y hay que empezar de nuevo. Quien escribe ‘Guerra y paz’ o ‘El hobbit’ o ‘El capitán Alatriste’ sabe que su esfuerzo durará y que se seguirá leyendo dentro de generaciones. Pero quien te cuenta un escape de gas en Cuenca o si Ronaldo tuvo un esguince de rubia no llegará a mañana. ¿Alguien alguna vez lee un periódico del 8 de marzo de 1997 y dice ‘vaya peazo periódico les ha quedado hoy, me lo guardo’? Y sin embargo, hay veces que así es. El Daily Telegraph una vez tuvo una campaña que decía ‘Lea un best seller cada día’. Y en ocasiones son verdaderamente más interesantes que cualquier novela.

De forma que todo esto a mí me parece un currele digno de quedar recompensado con lo que en comparación es una limosna. Que así le llegue a esa gente algo de agradecimiento en la forma en que es más útil: una ayuda para la hipoteca, o para unas cañas, y que no venga todo de parte de anunciantes que un día pueden comprometer la independencia del reportero. Aunque eso es otra historia. Porque que quede claro que no soy un iluso soñador embelesado con el romanticismo del guardián de la verdad y pilar de las libertades. Lo que loo (y por eso lóolo) es el asombroso y hasta eficiente mecanismo de que es capaz el homb… ser humano cuando se pone a ello. Que a veces parecemos útiles para algo y todo. Y bueno, ahora que se pueden escribir periódicos enteros en chancletas, con sólo un teclado, un feed de EFE y la Wikipedia, igual la hazaña es menos (igual, digo), pero antes debía ser la hache, mandando las crónicas desde Transvaal de la Selva por teléfono de esos de dos piezas, o por telégrafo mientras no lo corten los nativos. Si no, pues por barco dos meses después. ¿¿Cómo que perdimos Filipinas hace tres años?? ¡Eso es el siglo pasado!

Una vez hace pocos años, cuando se hablaba de si la tecnología acabaría con los libros, alguien dijo: ‘Si el libro se hubiera inventado después que el ordenador, estaría considerado lo mejor que el hombre ha hecho este siglo’. No necesita baterías ni electricidad, no te pierde información, es barato (a veces), es portátil, fácilmente almacenable, es cómodo de leer y daña mucho menos la vista. Pues igual con el periódico. El gusto de comprarte tu copia (por cierto, odio que me lo doblen al dármelo, que es una manía que tienen aquí), abrirlo, tocarlo, mancharte las manos con la puñetera tinta, molestar al de al lado en el tren, es algo que llevo haciendo desde bastante pequeño y lo seguiré haciendo mientras no me quiten la posibilidad. Además, hace poco que el Times abandonó el formato sábana para banco de Hyde Park (excepto los domingos), y estoy encantado con él. De hecho, un día de estos igual me doy uno de esos caprichos bobos que uno tiene y me suscribo. Que me llegue a la puerta todos los días, como si yo fuera alguien. No lo hago porque hay días que no tengo tiempo para leerlo y porque estoy mucho fuera, pero igual algún día digo qué leche. O mejor aún, con una pinta de leche. Ya sólo me faltaría el batín, la pipa y el carnet del Reform Club.

Comentarios aquí

Y aquí:
http://meneame.net/story/pagar-por-leer

jueves, 8 de enero de 2009

¿Y yo qué pinto?

Celadus
en Memorial de Isla Negra

Nos cuenta Io en una entrada en su blog como se siente impotente ante lo que está ocurriendo en Gaza, su dolor, su rabia, su desesperanza por no poder hacer nada para que quienes podrían parar la agresión la paren.

Cuando era más joven soñaba con poder cambiar el mundo. Después, los años y la vida me enseñaron que solo podemos cambiarnos a nosotros mismos –que no es poco trabajo- pero que eso, a su vez, cambia el mundo, aunque sea a pequeña escala. Yo también me preguntaba ¿hasta cuando vamos a aguantar? ¿Cuándo vamos a reaccionar? Pensaba en la necesaria acción común, en masas que se echaban a la calle para pedir justicia y paz. Hasta que comprendí que yo no tengo poder sobre las masas, ni necesito tenerlo. Yo debo actuar cuando pienso que es necesario actuar, independientemente de que otros me sigan o hagan lo mismo. Si otros se unen a la acción que emprendo y considero justa, bienvenidos sean, podremos hacer más. Pero esa es una decisión que no me atañe a mi sino a cada uno y que por tanto no está en mi mano. De modo que la (s) pregunta (s) sería (n): ¿hasta cuando voy a aguantar sin actuar –más que sin reaccionar-?
¿Hasta donde me importa lo que está pasando en el mundo y hasta donde estoy dispuesto a comprometerme? ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar por lo que creo justo? Esas son las preguntas que yo me hago, OJO, que YO me hago, lo cual no quiere decir que otros deban hacerse las mismas. Cada cual es libre de cuestionarse lo que el cuerpo le pida y tan legítimas son las preguntas de unos como las de otros.

Respecto a qué pintamos nosotros en todo esto o, dicho de otro modo, que podemos hacer personalmente para solucionar esta y otras situaciones vergonzosas que ocurren en el mundo, pues cada uno deberá buscar sus recetas. Yo tengo las mías, que paso a relatar por si a alguien les pudiesen servir. Yo no puedo evitar las muertes causadas por conflictos como el de Gaza o por crisis más enquistadas aún en otras partes del mundo –hambrunas, desnutrición crónica, desastres naturales, enfermedades olvidadas, conflictos armados que a nadie le importan y que nadie conoce- pero si puedo colaborar a que quienes trabajan sobre el terreno para ayudar a las víctimas tengan más facilidades. En mi caso opté hace ya tiempo por colaborar económicamente con Médicos sin Fronteras (hay otras muchas organizaciones pero quizá por deformación profesional escogí esta). Existen otras organizaciones de reconocido prestigio y seriedad con las cuales uno puede colaborar, económicamente o dedicándole su tiempo para ayudar a difundir lo que hacen y ayudar a captar socios, dando a conocer lo que haces entre tus amigos, conocidos y familiares, invitándoles a que también ellos den el paso.
De ese modo uno nunca sabe que persona, qué padre, qué hijo, qué madre o abuelo va a recibir la ayuda que nadie más le prestará, pero sí sabe que su aportación y su esfuerzo está salvando vidas y ayudando a que otras personas sufran menos de lo que sufrirían sin ella. Y eso, para mi, ya es cambiar el mundo. Desde luego cambia el mundo de quienes reciben nuestra ayuda.

Desde arriba nadie va a promover el cambio. El sistema que crea los problemas no va a aportar la solución. Desde luego se puede salir a la calle –y se debe- a exigir un cambio de política pero en tanto no seamos muchos no hay que quedarse de brazos cruzados. Por poco que hagamos siempre será menos que nada y salvar la vida de una sola persona ya es mucho. Protestar, indignarnos y sentir rabia es humano y hasta lógico. Expresarla también. Pero si nos quedamos solo en la queja, poco ayudamos a las víctimas. Vale más actuar en la medida de nuestras posibilidades. Averiguar realmente qué pintamos aquí cada uno de nosotros y mientras nos quede pintura, tratar de que el cuadro tenga un poco más de color.

Comentarios aquí

Con-tu-mismo

Lenka
en Esperando a los búhos

Siguiendo el consejo de Juan, voy a plagiarme a mí misma hablando de un tema que me tiene fascinada hace tiempo. A nadie se le escapa que vivimos en un mundo ferozmente consumista. Se trata de un engranaje perfecto de puro simple, aunque parezca complejo. Deseamos lo que vemos, que diría Lecter, así que resulta sencillo meternos cosas por los ojos, máxime si nos lo envuelven con colorines, musiquillas pegadizas y si es un ídolo el que nos lo ofrece. Pero vayamos por partes.

Hace tiempo que suplimos nuestras necesidades básicas (alimento, refugio, calor, vestido) y, como dijo el señor aquel de la pirámide, tenían que aparecer necesidades nuevas. Nuestros ancestros no se aburrían porque no tenían tiempo. Les bastaba con sobrevivir. Hoy día, que no nos acechan depredadores al salir de la cueva, ni vienen los del clan vecino a meternos un estacazo, nos encontramos con que nos sobran horas que hay que llenar. Y, desde que empezó ese proceso, estamos inmersos en la espiral. Avanzamos. Una vez explorado el planeta, por qué no la luna? Una vez conocida la tierra firme, por qué no el fondo del mar? Una vez conocidas las bacterias, por qué no descifrar el genoma humano? Una vez inventado el teléfono, qué tal internet? Es innegable que la mente humana es inquieta, queremos más, vamos a más, y eso nos proporciona comodidades impensables medio siglo antes (o menos, porque cada vez es todo más rápido) pero resulta que también nos esclaviza de mil maneras.

Alguien se ha preguntado por qué aquella primera nevera que se compraron los abuelos con enorme esfuerzo sigue funcionando eones después en la casa del pueblo, mientras que la nuestra, último modelo, flamante y maravillosa, con función no frost y la madre del cordero, ya empieza a perder agua y se le caen los cajones del congelador? Alguien sabe por qué nuestos vaqueros del insti siguen enteros (aunque ya no cabemos en ellos) y los que nos compramos el año pasado están hechos unos zorros? Por qué, si tenían todo el material desde el principio, sacaron cuatrocientas versiones y packs limitadísimos de El Señor de los Anillos, y cada nueva entrega tenía algo que la anterior no tenía? Porque, como cuenta el documental aquel que alguien nos enseñó (fue Kaken??) no interesa la perdurabilidad de las cosas, todo es finito, todo tiene que romperse, escacharrarse y quedarse obsoleto, hay que modernizarse cada mes y estar al día, y gastar, gastar, consumir, y formar parte de la rueda.

Y, por qué? Para ser alguien. Juan se pasma de que, en plena era de la tecnología, la comunicación y la ciencia, estemos cada vez más solos, más aislados. Resulta pasmoso también que en una época tan aparentemente aséptica, segura y avanzada, cada vez tengamos más miedo, seamos más paranoicos. Hemos curado la gripe y podemos vivir con el corazón de otro, pero andamos cargados de stress, ansiedad, neuras, fobias, histerias y síndromes. Hemos, prácticamente, asegurado nuestra vejez, pero nos aterra la idea de llegar a ella, de arrugarnos, de estropearnos. Ya no tenemos lepra, pero tenemos algo casi peor, horror, tragedia: celulitis y estrías, patas de pollo, flaccidez y descolgamiento!!!

Es una época individualista, competitiva y, en mi opinión, superficial. No importa lo que se es, importa lo que se parece. Hay que aparentar belleza y juventud eternas, clase y distinción, ser modernos, estar al día, poder con todo, verlo todo, saberlo todo. Somos lo que parecemos y lo que tenemos. Nos venden exclusividad por kilos, ser especial es ser como el resto en una paradoja descomunal. Si no tienes tal coche, no eres. Si no usas tal perfume, no eres. Los que son, lo tienen. No lo tienes? No eres. Hay que ser. Ser qué? Único, diferente, exclusivo. Como todos esos. Sólo serás tú misma si usas la laca de Penélope, que, obvio, la usan todas las demás para ser como Penélope. Cómo se puede ser exclusivo así, saltando de cabeza al montón? Cómo se puede ser uno mismo basándose en cosas, adornos, firmas, marcas, diseños, etiquetas, tribus?

No puedes ser George Clooney, pero puedes vestirte como él, perfumarte como él y beber el mismo café que él. Puedes parecerte a él, y entonces serás auténticamente tú. No sé a vosotros, a mí se me escapa el concepto. Supongo que siempre (o desde hace mucho) ha existido esta paranoia entre lo que somos realmente y lo que queremos ser, lo que deseamos mostrar a los demás, lo que creemos que se espera de nosotros. Imagino que nunca ha sido fácil equilibrar todo eso, pero es que ahora... hay que parecerse a tanta gente, tener tantas cosas, ser tan auténticamente... todo!! Tenemos tanto tiempo, tantos huecos que llenar... ropa de diseño, coches de diseño, uñas de diseño, pelo de diseño, pisos de diseño, muebles de diseño, relojes de diseño, comida de diseño, cuerpos de diseño, vacaciones de diseño, y deportes, y fiestas, y juegos, y taras y vidas de diseño.

Nada de veranear en Torremolinos, como los cutres. Hay que ir a Vietnam, como ellos, los del glamour y el status. Qué es eso de irse al campo con la tortilla y las palas? No, hagámonos socios del club de golf, como ellos. Aunque no juguemos en la vida. Hagamos puenting, y spatarring, y trompazing, que es más moderno. Para qué ser un feliz mediocre, cuando puedes ser antisocial y fóbico, como ellos, tomar prozac como ellos y hasta esnifar, como ellos?? Es mucho más cool. Hasta envidiamos las miserias de los otros, de ellos, de los dioses. Mi vecina es una zampabollos, Lady Di era bulímica, que todavía hay clases. Yo estoy como una cabra, la Jolie es excéntrica, ella. Qué mona.

Hagamos fen shui, y tai chi, y pilates, y seamos de la kábala y la cienciología, y comamos cardos borriqueros y bebamos agua fresca de manantial tibetano, porque lo hacen ellos. No tenemos ni la más remota idea de qué es, ni para qué sirve, pero lo hacen ellos (que tampoco tienen la menor idea de lo que es), y suena bien, y lo venden bonito, así que hagámoslo. Que es lo último. Tía. Que no te enteras.

Y, claro, como la publicidad es tan lista, sabe bien cuáles son nuestras limitaciones. Sabe que algunos nunca podremos tener los pedruscos de Nicole (si acaso en los riñones) ni el buga de James Bond. Así que nos ofrecen cosas a nuestro alcance, al alcance de todos esos que queremos ser una élite, ser únicos y exclusivos. Y se inventan un lenguaje propio y absurdo para hipnotizarnos. No me refiero a las cremas con ADN vegetal, ni al detergente oxi-action con sistema inteligence (dioooooos!), me refiero a lo que ya cantó Sabina cuando descubrió, seguramente horrorizado, que El Dodaro era un champú. Resulta que la revolución es un cepillo de dientes. Que se pueden reivindicar los rizos!!! Que las pestañas pueden ser extremas!!! Y la perfección, un afeitado!!! Un climatizador es arte!!! Y la magia de la Navidad... la tiene El Corte Inglés!!!

Vaya por delante que admiro enormemente la creatividad de algunos publicistas, capaces de contarnos cualquier historia en apenas unos minutos. Pero confieso que algunas estrategias de marketing me dejan muerta. Hay palabras que se han pervertido por completo, otras las han inventado sin sonrojo y otras nos las meten con calzador con cualquier excusa. A este paso hasta las plantillas para pies fétidos serán un símbolo de clase y glamour. Adquiera esta joya exclusiva, con certificado de autenticidad que vestirá su muñeca con elegancia y distinción, y páguela en cómodos plazos... me desternillo. Oiga, usted, es que la clase está reñida con las cuotas? Nooooo, ya no. Se puede ser distinguido a plazos y sin intereses. Es cómico, o al menos a mí me lo parece.

Y el remate final, el lema del siglo, la frase con mayúsculas y letra de imprenta: "no es lo que tengo, es lo que soy". Toma ya. La paradoja es que si no tengo, no soy. Por eso hay que tener y tener. Cada vez más. Para ser yo mismo, como Banderas y la Scarlett. Y de tanto consumir... nos estamos consumiendo!!!!

Advertencia: esta entrada es puramente cómica, seguramente exagerada y hasta banaliza cuestiones serias por puro afán incordión. Que nadie haga demasiado caso. Estaba un pelín ociosa y decidí tocar un rato las narices. Sin más. Porque yo lo valgo.

Comentarios aquí

Soledad en la era de la comunicación

Juan
en Adicto a la gente

Nací en comunidad. Barrio obrero en las afueras de Córdoba. Casas unifamiliares. Puertas abiertas durante todo el día. Personas entrando y saliendo de las casas sin pedir permiso, no era necesario concertar ninguna visita. Hombres en el bar, tras su jornada laboral, jugando al dominó o las cartas. Mujeres sentadas en sus sillas, en plena calle, tras terminar las labores del hogar, hablando de una y mil cosas. Niños jugando fuera de sus casas durante todo el día. No existían teléfonos, ni ordenadores, ni aviones o trenes que te llevaban a cualquier sitio en un santiamén. Los había, pero ni se necesitaban ni se podían pagar en la mayoría de casos. No habían psicólogos, sino amigos.

Era una vida más humana, con todo lo que implica el término humanidad, en lo positivo y negativo. El mayor contacto, la proximidad, te daba lo mejor y lo peor de los demás. Existía una exaltación de la comunidad y un sacrificio, mayor o menor según el caso, en cuanto a libertad e individualidad. Era necesario seguir determinadas normas para que no te apartaran de esa comunidad o te criticaran. Era el precio a pagar.

La sociedad ha evolucionado y, como sucede en la mayoría de las revoluciones sociales, hemos ido de un extremo del péndulo al otro. En vez de centrarnos en cambiar lo malo del sistema anterior, hemos reaccionado sustituyendo los extremos existentes por los extremos contrarios. De la exaltación del colectivo hemos pasado a la exacerbación de la individualidad. Hemos cerrado las puertas al vecino de carne y hueso y hemos abierto nuestros móviles y ordenadores al avatar de Barcelona, Asturias o Argentina, que son personas de carne y hueso, y que se puede establecer una maravillosa comunicación, pero que nunca pueden ser sustitutos de unos ojos que te miran, una sonrisa que lo dice todo o unos gestos y una carne que dan una sensación de realidad imposible de imitar con unas simples teclas. La diferencia que hay entre enviar un abrazo y darlo. No hay comparación posible.

Seguro que en los comentarios a esta entrada van a aparecer causas a este aislamiento que no se me hayan ocurrido, pero ahí van algunas que yo veo.

1. La primera es el afán de individualismo por una, a mi modo de ver, incorrecta creencia de lo que se necesita para ser libre. Diferenciarse de la comunidad, para no tener que seguir unos cánones de conducta supuestamente obligatorios, para poder tener capacidad para seguir los dictados de nuestra razón o ideales. De esta forma se crean tribus pequeñas, con los mismos intereses y con poca relación con el resto de la sociedad. En estos pequeños colectivos, se hace especial hincapié en las diferencias con los otros, creándose un elitismo poco sano, en donde los buenos somos nosotros y los malos los demás. Nos cargamos de razones y nos auto-potenciamos con el apoyo que recibimos de nuestro propio grupo. Se obvia la autocrítica porque nuestras mentes se han cerrado y sólo quieren saber de la maldad de los que no son como nosotros. Como ejemplo basta recordar la política española. Algunos de derechas sólo se relacionan con otros de derechas y viceversa. Todo lo que hace el rival es malo y todo lo que hacemos nosotros es maravilloso. Los adversarios son unos impresentables mientras no demuestren lo contrario. De esta forma se pierde la oportunidad de conocer todos los posibles puntos de vista, los motivos de los demás para pensar como piensan. Terminamos confundiendo a las personas con los ideales y cerramos nuestro círculo de manera penosa.

2. Consumismo. La felicidad, te repiten una y otra vez desde todos los medios de comunicación, radica en tener lo último y lo más. Hay que coleccionar posesiones. La sonrisa de un niño es muy fácil de conseguir con la última Play Station. Los regalos a nuestros hijos han pasado de ser una excepción maravillosa y mágica a una rutina para demostrar lo mucho que les queremos y, a la vez, demostrar a los demás lo buenos padres que somos por lo mucho que nos sacrificamos para que a ellos no les falta de nada....material. De esta forma entramos en una espiral inagotable. La auténtica trampa del consumismo....nunca se termina, siempre queremos más y más. No hay fin. Suspiramos por un pisito, cuando lo tenemos queremos un chalet, a continuación “necesitamos” el apartamento en la playa, después el coche último modelo.....hasta el infinito. Cada vez “precisamos” más......y cada vez hay que trabajar más para conseguirlo. Vienen las prisas, los agobios, la falta de tiempo y la inversión de valores: lo más importante de nuestra vida son los amigos, familia, el contacto humano, pero la mayoría de horas las dedicamos al trabajo para obtener el dinero que nos permite conseguir más posesiones......que nos van alejando de lo que teóricamente más nos importa. Tenemos que vivir rápido, muy rápido, no podemos perder tiempo, tenemos demasiadas expectativas que cumplir y demasiadas “necesidades” que atender.

3. Evitar heridas. Construimos un imagen de nosotros mismos y gastamos una enorme cantidad de energía en mantenerla incólume. Necesitamos que los demás nos vean como nosotros queremos que nos vean, que es lo mismo que decir como nosotros desearíamos ser y no como somos en realidad. Pero continuamente nos “agreden”, porque no todos pasan por el aro de nuestros deseos. Sentimos la crítica como una no aceptación de nuestro ser. Para no poner en peligro nuestra “supuesta identidad” nos apartamos para que no hieran nuestra posesión más sagrada: nuestra percepción de nosotros mismos. Al no exponernos no nos lesionan, pero entramos en una situación de soledad.

4. Vergüenza. No dar el primer paso. Pensar que se va a hacer el ridículo o que nos van a rechazar. Suele existir una autoestima baja en este tipo de situación.

5. Falta de compromiso a largo plazo. Nuestros amores o amistades sirven para divertirnos aquí y ahora, no para establecer lazos duraderos, una comunicación a corazón abierto. Se utilizan para satisfacer los picores sexuales de una manera rápida, eficaz y limpia, sin necesidad de poner al descubierto nuestros sentimientos. Sirven para la discoteca, donde el chunda chunda impide la formación de una relación basada en la persona y no en la fiesta. Son reemplazables. No los cuidamos ni los mimamos. A la primera de cambio nos divorciamos, porque tenemos poca capacidad de sufrimiento, de paciencia. Es más fácil terminar una relación que defenderla. Utilizamos a las personas como pañuelos de un único uso en vez de servirnos de ellas para crecer conjuntamente. La entrega puede doler, quizás nos haga más vulnerables, quizás alguna vez nos dañen, pero sin heridas no hay crecimiento. No estoy en contra de nada de lo que he citado, el divorcio, el sexo rápido, la diversión, la fiesta, todo puede ser positivo en determinadas situaciones, sólo es negativo cuando es el único sistema de acercamiento a los demás.

6. Tecnología. La capacidad de comunicación que nos ofrecen las nuevas tecnologías es increíble, maravillosa, pero también puede ser peligrosa si no se usan con precaución. Personas con dificultades de relación pueden escoger el camino fácil de internet para establecer las relaciones que son incapaces de conseguir en persona. Esta “facilidad” entierra la posibilidad de vencer su incompetencia y terminan encerrándose en la comodidad de su teclado. En estos casos, el ciberespacio no aumenta las posibilidades de relación sino que las limita a este medio.

Las consolas, si no se controlan, son un medio maravilloso para que los padres no tengan que acompañar al niño al parque para que juegue con otros niños, o para tenerlos calladitos sin poner los nervios de punta. Nunca los niños han tenido tantas cosas materiales y, sin embargo, nunca han estado tan solos como en la actualidad. Y no es sólo culpa de la tecnología....

7. Desinterés. El egocentrismo siempre ha existido, pero no tanto como ahora. Sólo nos interesa lo que tenemos que decir, no lo que los demás nos quieran contar. Se lleva demasiado el no meternos en las vidas de los demás y que los demás no se metan en las nuestras. Pero si no nos abrimos, los demás hacen lo mismo. Todo tienen sus límites, por supuesto, pero si somos excesivamente restrictivos, estamos abocados a la incomunicación y la soledad. A mí me interesa la vida de los demás, sus penas y sus triunfos, sus alegrías y sus desgracias, y no para el chismorreo o para establecer juicios, sino para el conocimiento, para establecer la relación y, en algunos casos, el compromiso. Pero esto exige reciprocidad.

8. Miedo. Siempre el miedo. En los anteriores siete apartados ya he hablado de miedo sin pronunciar la palabra. Miedo a no estar a la altura, a que sean mejores, a que no nos respeten, a abrirnos en exceso, a la vulnerabilidad, a la decepción, a la pérdida, al apego pero, sobre todo, miedo a nosotros mismos.

Nací en comunidad, crecí en soledad, maduré de la mano de muchos y quiero seguir mi camino hombro con hombro, espalda con espalda, corazón con corazón.

Comentarios aquí