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Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Belle de Jour

Rogorn
en Blogorn

El mes pasado se reveló quién era Belle de Jour. No la Deneuve de Buñuel, que eso ya se sabía, sino la autora de un blog en el que contaba sus experiencias como 'escort', o prostituta de alto standing en Londres. Durante años había estado escribiéndolo y haciendo dudar a la gente sobre si sería verdad, mentira, a medias, o incluso si sería un tío. Incluso se publicó un libro y se hizo una serie de televisión. Parte del misterio incluso radicaba en que mientras a otros blogueros anónimos los habían destapado a base de jaqueos, a esta bella de día no le echaba nadie el guante. Salvo pagando, claro.

Bueno, pues la tipa ha salido del armario (más bien un vestidor de tres puertas), y ha resultado ser una tal Brooke Magnanti. Corrijo. Doctora Brooke Magnanti. Una epidemióloga de microscopio y laboratorio que se metió en esto para pagarse los estudios. La revelación ha abierto un debate (o reabierto, o mantenido abierto, si es que alguna vez había cerrado) sobre la prostitución.

Vaya por delante que hay una parte del debate que no debiera ni de serlo, que es el tocante a quien se mete en ello por coacciones, raptos, chantajes o por verdadera falta de cualquier otro recurso que no sea vender el cuerpo en condiciones deplorables. Sobre eso, no hay el menor debate posible: debe desaparecer, cuanto antes mejor, y quien se lucre con ello debe ser castigado de la forma más dura que permita la ley que corresponda. Pero la cosa empieza a estar menos clara cuando hablamos de chicas de clase media, con estudios, sin problemas familiares, y además lo bastante atractivas como para cobrar entre 300 y 500 libras la hora por su compañía. Precio que no elimina el condón ni incluye tampoco prácticas demasiado extrañas. De 300 a 500 por básicamente un sábado sabadete vulgaris. La hora.

La Magnanti estuvo en esto 14 meses, durante los cuales no sufrió ningún problema a manos de ningún cliente, del tipo de golpes o violaciones. Incluso al nivel caro en que estamos, no todas pueden decir lo mismo, y ella, sabedora de que así es, en ningún momento ha vendido humo al respecto, y sólo ha dicho estrictamente que se siente afortunada porque haya sido así, pero que la inmensa mayoría de sus clientes la había tratado mejor que en sus mejores citas 'normales'. Por un lado, trabajaba para una agencia que exige a los clientes nombre real, dirección y pago con tarjeta válida, así que la suerte, si la tuvo, se la había ganado con dicha previsión. Por otro, según ella, "nadie quiere ser el tío que pega a las prostitutas". Sólo dos clientes en su año y pico llegaron a hacerla sentir incómoda siquiera.

Y claro, enseguida fue acusada de glamurizar la prostitución. La pregunta es de cajón: ¿cómo sabe tanto comentarista y comentaristo lo mucho o poco que se pega a estas mujeres, o si sólo 'se les pega lo normal'? En este tema más que en ningún otro, el cuento cambia según te haya ido la feria en él. A algunas se las come el lobo y en otras el lobo les pone un piso y un coche y chapa y pintura nueva y lo que se tercie. Así que la única forma de tener una idea un poco mejor es incluir todas las experiencias, sin desechar las que no te confirmen la tesis.

Durante la semana siguiente se publicaron varios artículos y entrevistas con otras chicas parecidas en periódicos ingleses. Anna, 28 años, carrera universitaria, clientes: ejecutivos, políticos, jeques y famosos. Uno de sus habituales quedaba con ella unas tres horas cada vez para leer el periódico, beber vino y dar un paseo en su Bentley. A lo más que llegó fue a besos en las mejillas. Ariana, 30 años, también con carrera, ha llegado a dar conferencias sobre "el papel social de las escorts". Juliet, 23 años, en mitad de su carrera, había leído el libro y visto la serie y pensó: "Esto lo puedo hacer yo". Su primer cliente fueron "dos horas de conversación, sexo bastante aburrido y 300 libras en el bolso. No me lo podía creer." Erica, 31 años, comenzó durante la carrera, (filología, con español y francés) (esto último muy útil) (y esto último muy útil también), y tras acabarla ha seguido sin parar: "Gano mil libras en una semana mala, el doble en una buena. A no ser que fuera una abogada o cirujana, que además están atados a sus mesas de trabajo, ¿dónde voy a ganar eso?" Sienna, 29 años, Christine, 27 años, etc etc. Todas citan las mismas ventajas: dinero fácil y ya, buen trato, ambiente de lujo (el que gasta 300 en la chica no va a escatimar en el hotel o el restaurante), a menudo gente interesante, y respeto y admiración.

Desventajas las hay, y las cuentan también: citas que salen mal a pesar de las precauciones (A Anna la filmaron y chantajearon, y una vez un cliente le sacó un cuchillo, pero lo convenció hablando y se escapó), tensión continua por mantener el secreto con los padres, familiares y amigos, extrema dificultad para tener relaciones estables (encontrar hombre que lo tolere, primero, y que lo siga tolerando, después), y (esta es mi favorita) "abrumadora mayoría de clientes feos, gordos y de cincuentones para arriba". Ah. Acabáramos. Es que si la clientela encima estuviera buena, igual me metía yo también. Aparte de que juzga y serás juzgada, rica.

La que a mí me parece más importante, sin embargo, es lo adictivo que es. No la práctica, ni siquiera el sexo, ni siquiera el trato, sino el dinero abundante e instantáneo. Eso te lava la cabeza pero rápido. El ejemplo de Erica, la que empezó y no ha podido parar, es frecuente. Algunas sí, acabaron la carrera, pero como nunca ejercieron, se encuentran con que cuando les llega la hora de poner el 3 delante en su edad, lo único que saben hacer, por decirlo en corto y por derecho, es follar, porque no saben hacer otra cosa más que dejarse adorar. Otras se han convertido en calculadoras humanas, y por cada hora que pasan en un trabajo "normal" no pueden dejar de pensar cuánto están 'perdiendo' esa tarde que no tienen clientes. La propia Erica dice que intentó dejarlo un par de veces por otros empleos, pero que le llegaba el cheque, veía las horas fijas y el curro repetitivo y decía a la porra. Estoy mejor en lo otro. Muchas se controlan, dicen estaré tanto y cuando llegan a tanto se salen y ya está (la propia Magnanti fue una), pero no todas. Todos los inconvenientes se acaban resumiendo en dos: daño físico y psicológico. La que no se trastorna se hace fría y calculadora y la que no tendrá traumas en el futuro.

Sabiendo todo esto, y hoy se sabe, y las que entran en esta categoría tienen dos dedos de frente y se informan, y aún más, entienden la información, ¿por qué pasa? Porque tampoco es que vivan engañadas: te abren la puerta, te regalan coches y abrigos, te llevan a sitios exclusivos, conoces gente, pero ninguna deja de saber que todo eso ocurre porque venden sus favores sexuales. Por lo cual no pueden llamarse de ninguna forma avance feminista ni compararse con los progresos en materia de independencia femenina. Y para allá van.

Algunas cosas puede que sean la propia vanidad individual y simple deseo de cosas materiales, pero otras simplemente reflejan que somos lo que somos porque nos han hecho el mundo que nos han hecho: resulta llamativo el número de chicas que empiezan a tener la idea cuando las facturas universitarias se empezaban a salir de madre. Inglaterra y Estados Unidos son países de esos donde, como se ve en las pelis y series, quien quiera ir a una universidad decente tiene que tener un "college fund" ahorrado por los padres casi desde que nacen. La gente con los 18 apenas cumplidos, pasan de jugar con la Play y darse de morreos en los colegios a tener préstamos que devolver. Eso de empiezo una carrera de cuatro años y tardo siete en sacarla, o paso de la asignatura que se me atasca per saecula saeculorum, ahí no se estila. Cuanto más tardes, más debes, y a lo mejor poner el mencionado -culorum (hablando de todo un poco) es lo único que te puede sacar del apuro. ¿De quién es la culpa?

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