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Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

lunes, 12 de julio de 2010

Ochenta años no son nada

Rogorn
en Blogorn

Pues sí, oootra entrada más en oootro blog más sobre la victoria de España en el Mundial de fútbol, ¿qué pacha?

Uno de los sentimientos más curiosos que esta victoria ha producido es el de "por fin". El de "ya era hora". El de "nos lo merecíamos después de tanto tiempo". Nótese el "nos", donde nos colamos por el morro y la gramática cuarenta y pico millones de carotas, a pesar de que sólo juegan once cada vez. Me resulta curioso, porque los que se dejan los meniscos y los metatarsos y a veces hasta las meninges en el oficio no son más que unas decenas de veinteañeros. Esos son los que llevan desde pequeñitos luchando por hacer realidad un sueño, y quienes deberían acaparar ese sentimiento de años de meritoriaje recompensado. Los demás sólo vemos cómo lo hacen, o cómo fallan en el intento mientras como recompensa nos ciscamos en sus muertos más frescos. En una de las promociones inglesas de las retransmisiones mundialistas decían, recordando su única victoria, en 1966: "He's only 25, but he's been waiting for this moment for 44 years". Así es. Ese sentimiento de haber llegado al final de un camino de ochenta años ha invadido a los antedichos cuarenta y pico millones, incluidos los que no habíamos nacido cuando se jugó el primer Mundial en Uruguay en 1930.

¿De dónde viene este curioso sentimiento? Los futboleros de la undécima hora quizá lo intuyan en otros más que entenderlo, pero esta victoria significa toda una validación de todo el tiempo, las ganas, las ilusiones y hasta el dinero que un aficionado, incluso de la variedad sillonbólica, ha dedicado al rollo este desde que le picó el virus. Si alguien quiere deprimir a un futbolero, que le proponga el siguiente ejercicio (no físico, tranquilos): calcula el número de partidos que puedes haber visto en tu vida (las ligas tienen 38 jornadas al año, la selección juega unas diez o doce veces por temporada, más champions, etc, pongamos unos 50 de media al año tirando por lo medio-bajo), multiplícalo por dos, y acojonez-vous ante la cantidad de horas que salen de ahí.

Pues desde ayer, son todas para bien. Quedan todas justificadas, y es como si te hubieran convalidado una carrera. Todo lo balompédico que uno ha hecho en su vida, desde dar patadas a pelotas de playa hasta pegarse viajes, madrugones y disgustos, queda de repente reivindicado. ¿Ves cómo esto merece la pena, hombre (o, generalmente, mujer) de poca fe? Ya no es una friquez, ni una gilipollez, ni una absurdez. No es como cuando un hijo tuyo empieza a andar, claro, por supuesto. Es... más importante.

Por supuesto, todo esto sólo funciona así si le das al fútbol una dimensión más allá de un juego. Si lo que te gusta es el fútbol, te debería dar igual que gane el equipo colorao o el otro, y santas pascuas, y tu sentimiento de pérdida o ganancia no debería variar por un quíteme allá un fuera de juego. Pero claro, así la cosa no tiene aquél. A mí el tema me ha pillado en mal momento en este sentido. Cuando yo pegaba berridos de joven y me frustraba cuando nos echaban de las Copas de Europa y los Mundiales, no había manera de ganar nada, y cuando me pasé al rollo zen de que gane el mejor y a quien Dios se la dé, Maradona se la bendiga, está siendo cuando estamos juntando más copas que una baraja de Heraclio Fournier. Cuatro Champions en diez años, más la Eurocopa de 2008 y el Mundialcejo éste. Además, al verlo sin ambiente ni ná, en tierra hereje, parecía un domingo cualquiera. Tras acabar y hablar con mami y oír los cohetes por teléfono y darme una vuelta por el internete a ver quién ponía más signos de exclamación!!!!!!!, me acabé poniendo un par de episodios de 'The big bang theory' antes de irme pal sobre con una simple satisfacción vulgaris. Está uno mayor ya, debe de ser.

Ahora supongo que habrá gente que en vez de para decir que vaya banda garrulos que somos, empiece a usar el fútbol para usarlo de modelo de convivencia entre las Españas esas desunidas por la misma constitución. Esos catalanes y andaluces y madrileños y vascos y asturianos (bueno, asturiano uno sólo) formando una band of brothers in arms como un solo hombre (y mujer) que van por ahí reconquistando el mundo (Suiza, Honduras, Chile, Portugal, Paraguay, Alemania, Holanda, joé parece esto el siglo XVII otra vez). Ya podían aprender los políticos, y tal.

Ché. Cuidao. No me confundan las cosas. Chutar todos pa la misma portería no es lo mismo que decidir si aborto sí o aborto no, si toros sí o toros no, o en qué idioma van estudiar los guajes del Guaje en el cole cuando se mude a Barcelona el mes que viene. En eso no cabe San Íker ni un cabezazo de Puyol que lo arregle todo antes de las diez y media de la noche. Si al fútbol se lo ha minusvalorado a menudo, ahí se lo sobrevalora, así que definamos los términos. Aparte, permitan que me rechifle un tanto ante ese modelo de integración, donde se considera un triunfo que centre un andaluz y remate un catalán. La Francia del 98 o la Alemania de 2010 son un espejo de integración multiétnica y multinacional, con ghaneses, caribeños, turcos, argelinos, brasileños, polacos (de Polonia) vistiendo la misma camiseta. Alemania hasta tiene un español, Mario Gómez. Nosotros esta vez no hemos ni llevado a Marcos Senna, y lo más exótico que hay es un canario, Pedro Rodríguez. De forma que esa unión de voluntades nuestra queda, la verdad, un poco pueblerina.

En fin, que ya podía ser todo tan fácil como el fútbol. Quien lo ha seguido lo sabe.

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