Del blog de Juan. Adicto a la gente.
No conozco a nadie que no se considere sincero.
Pero para algunos, ser sincero no es decir la verdad, sino ser desagradable, hiriente, insultante, grosero. Y cuanto más zafio es, más sincero se considera. Disculpan su crueldad por el bien supremo de la verdad.
Pero decir la verdad no tiene nada que ver con la mala educación. La franqueza puede doler, pero nunca molestar ni herir.
Y hay que tener en cuenta que, cuando decimos lo que pensamos, podemos ser sinceros, pero estar equivocados. Confundimos la verdad con nuestra verdad. Por ello debemos ser humildes y, cuando damos una opinión, ser conscientes de que nos podemos equivocar.
Al sincero hiriente le falta humildad. Y se le puede reconocer con una palabra: soberbia.
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