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Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

lunes, 2 de marzo de 2009

Esclavas modernas

Lenka
en Esperando a los búhos

Rihanna ha vuelto con su novio, el rapero Chris Brown. Dicho así parece la típica noticia chorra sobre los avatares sentimentales de los famosos. Porque, claro, estamos hablando de famosos. Por si alguien no lo sabe, cosa que me sorprendería, Rihanna es una cantante conocidísima con legiones de fans, un mega fenómeno reciente (también modelo, ya que tiene un físico muy cotizado) con mucho éxito. Hasta ahí, bien. Una chica muy joven y muy guapa que no canta mal (al menos no tiene una de esas voces iguales a todas las otras voces de cantantes jóvenes) y que, también para variar, no es la típica y tópica yankee rubia. Hace música de esa bailable, de discoteca, de la que, en mi humilde opinión, no te machaca el cerebro ni te da ganas de salir huyendo. No soy seguidora, ni mucho menos, pero reconozco que se deja oír.

El quid de la noticia es que esta chica, en efecto, ha vuelto con su novio, que es el mismo chaval que hace unas tres semanas le desfiguró la cara a golpes y mordiscos consiguiendo que ella terminara en el hospital. La prensa cubre todo el suceso, por supuesto, y, como es habitual, se produce una curiosa mezcla de morbo amarillista, escándalo e indignación que, imagino, en unos casos será sincera y en otros mera hipocresía porque, como todos sabemos demasiado bien, la sangre gusta. Así funciona, por desgracia. Una relación amorosa normal no vende. Siempre resulta más rentable que haya cuernos, drogas, alcohol, broncas sonadas, denuncias y, por qué no, lesiones. No quiero decir con esto que se trate de un montaje. La paliza fue real e indiscutible. Sólo cuestiono la manera en que tratamos estas cosas, la cantidad de portadas, entrevistas, dinero, tertulias amarillas, "expertos" opinadores, sensacionalismo y carnaza que suele acompañar a hechos tan lamentables.

Pero volvamos a Rihanna. Es ella, su actitud, la que me despierta mayor curiosidad, pasmo, dudas y sí, cierta indignación, aunque no sé si esa es la palabra adecuada. Tengo una pregunta bulléndome en el cerebro y no consigo responderla, ni empleando mis mejores artes empáticas. No logro comprender. Cómo es posible que una chica de hoy día, una chica de sólo veintiún años, con éxito, con dinero, con reconocimiento, famosa, amada, deseada, idolatrada, un icono, imitada, premiada y aplaudida, admirada y encumbrada, haya decidido seguir durmiendo con su enemigo, con su verdugo? Qué siente esta chica para estar convencida, como parece, de necesitar a este tipo, a un penco que ni la ama ni la respeta ni, probablemente, sea capaz de amar ni respetar nada en absoluto? Cómo una chica de estos tiempos que, además, carece de problemas económicos, que, en teoría, es completamente libre e independiente, mucho más de lo que pueda serlo el común de los mortales, decide por propia voluntad darle la mano al desgraciado que la maltrató con saña?

Obviamente debe tratarse de una necesidad emocional. Cómo es posible que algunas personas tengan ese tipo de dependencias? Qué herramientas les faltan, qué problema hay, dónde está el fallo? El instinto nos mueve a huir despavoridos de aquello que nos hace daño, de lo que constituye un peligro para nuestra integridad física. Parece algo de lo más elemental. Qué clase de "fuerza" es capaz de anular hasta el más básico instinto de supervivencia y mantenernos encadenados a un torturador? Cómo lo habrá razonado Rihanna, cómo se lo justificará a sí misma? Con un sencillo "le amo"? Qué clase de concepto hemos fabricado en torno al amor? De nuevo podemos señalar a los cuentos de Príncipes Azules, a las películas de romanticismo irreal, a los trillados lemas de "el amor lo puede todo"? Cómo una imagen tan idealizada del amor puede provocar justo lo contrario, es decir, la capacidad de soportar lo insoportable? Hemos mezclado todo ese rollo color de rosa con el otro rollo, el del sufrimiento que dignifica y ennoblece, el del sacrificio y el perdón a toda costa, el de "quien bien te quiere te hará llorar"? Es gracias a este brebaje que hemos llegado a creer que sí, que vale todo, que el amor sólo merece tal nombre cuando nos devasta, que no hay nada más bello que padecer por su causa, y que la divinidad y la perfección de ese amor ideal de película se basa precisamente en el dolor que provoca? Hemos idealizado el horror, las lágrimas?

Te doy mis ojos, te di la vida entera, soy tuya para siempre, la media naranja, un alma en dos cuerpos... nuestro mayor error ha sido creernos todo eso y hacerlo literal? Quizá debimos dejarlo en los versos, meras palabras, mero suspiro. Hemos asumido y normalizado lo de "morir por amor"? Porque, para que uno sufra y padezca y alcance la sublimación romántica... entonces debe haber otro que haga sufrir y padecer. Se resume esto a una cuestión de víctima y verdugo? Hay quien entiende el amor como "no ser" si tropieza con otro que lo entiende como "no dejar ser"? Cómo puede traducirse el amor a la mezquindad, la posesión, la crueldad, el daño, la destrucción? Cómo alguien puede creer que ama cuando hace eso, y cómo alguien puede amar a quien le destroza, cómo puede una persona sentirse amada por quien le machaca? Por qué unos asumen el amor como una amputación a realizar, y otros como una amputación a recibir?

No hablamos de mujeres de antaño, educadas en el sometimiento, no hablamos de dependencias económicas, de montones de niños que alimentar, no hablamos de no tener a dónde ir, de una sociedad intransigente dispuesto a señalar a la que se rebele, no hablamos de mujeres solas, sin derechos, invisibles. Hablamos de Rihanna y de muchas como ella. Hablamos de algo en las emociones que parece incomprensible. Y la sensación, triste y desoladora, es que hay mujeres que nacen esclavas y morirán esclavas. O se hacen. O lo parecen. No logro entenderlo, y, por más que lo medito, vuelvo al mismo interrogante. Por qué?

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