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Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Egooglación y wikiciencia

Rogorn
en Blogorn

Antes de nada, léase si no se ha hecho aún la última Patente de Corso de Arturo Pérez-Reverte y luego continuamos.

¿Ya? Bueno, pues me quedo en el momento en el que acaba la historia, con uno de los chavales preguntando qué era Sodoma. Me imagino a la profe intentando cómo contarles (porque supongo que es de las que aún sabe esas cosas, sea creyente o no) que era una ciudad de pecadores en la Biblia que sería perdonada si había un solo hombre justo en ella, pero esperando entre sudores que no cayeran en la cuenta de relacionar Sodoma con los sodomitas y la sodomización, porque entonces aquello podría derivar a terreno espinoso. Pero me desvío del tema (y no como lo haría un sodomita, aunque si lo hiciera ¿qué?): a lo que iba es a que si el chaval se hubiera llevado la duda a casa o hubiera topado con una profe que ignore cosas básicas de la Biblia (que empezará a haberlas, horroricémonos a coro), ¿qué hubiera hecho para saber qué era eso de Sodoma y sus justos? Respuesta: pillar un ordenador e irse al gúguel o la wiki. Fijo. Quizá haya en casa una enciclopedia de esas de veinte volúmenes en papel, bellamente ilustrada y finamente encuadernada, de las que te vendían de puerta a puerta (recuerdo vendedores de ésos) o te daban al comprar una cubertería, o un coche, o lo que fuera, pero en el tiempo que tardas en saber siquiera si Sodoma está en el volumen 16 o el 17, ya has encontrado en internet más de lo que podrías o querrías saber sobre Sodoma y su pecado favorito. Y así haría el chaval de 15 tacos con todo lo que quisiera saber, como por ejemplo quién era el fulano ese de las canas en la barba, Reverte era, ¿no?, como uno que sale en ‘Rebelde guay cazavampiros embrujados’, o como se llame. Y me juego un corre que te cagas con chorreras blancas a que cualquiera que lea esto, tenga quince años o varios múltiplos, haría y hace lo mismo para cualquier duda que tenga, desde cuándo nació Velázquez hasta qué pecado nefando cometían los gomorritas para merecer su puesto en la historia con sus primos.

Pregunta, pues: ¿eso está bien, mal o por el medio? Pues hombre, bien, claro. No puede ser de otro modo. El saber no ocupa lugar y todo eso (y ahora menos que nunca, ocupa el espacio de un portátil con wifi, por ejemplo). Cualquier ocasión es buena para desasnarse (palabro que me encanta), y tal. Fale. Entonces no importará que el chaval copie y pegue un resumen de ‘El capitán Alatriste’ que encuentre por ahí (si no tiene el morro de pedir directamente en un foro ‘ke m lo hga algien, xfa’) para la clase de Lengua, o que pase de aprender nada porque total, está todo en intrené. Y mientras que lo primero es claramente reprobable (el profe ya sabe lo que pasa con Alatriste, se trata de que aprendas a redactar tú solo, so vago), lo segundo ya es un poco más discutible. Porque no deja de ser cierto. Ya nadie se sabe ningún número de teléfono, porque los metes en la memoria y buscas por nombre. Normal y lógico. Así que, ¿por qué aprenderse la capital de Moldavia (y aquí os he pillao a todos, porque además es un país de verdad, no de tebeos de Tintín), si San Gúgel te lo dice en un pispás? Además, si ni siquiera sabes escribir Moldabya, Gugui te corrige y todo, muy educadamente: ‘quizá quiso decir ceporr... estoooo Moldavia’. ¿Para qué saberse la tabla de multiplicar, habiendo calculatrices? Y así con todo. Es la misma economía del esfuerzo que lleva a la gente a lavar en lavadora en vez de a mano, o a ir a los sitios en vehículo de motor en vez de en el caballito de San Fernando.

Ejemplos se pueden poner muchos, y la mayoría de las veces está claro si una dependencia de internet es excesiva en determinado caso o no, pero la frontera se va borrando cada vez más, y hay lugares en que está bien que así sea. Y los primeros de ellos, en la enseñanza. Si ya no puedes mandar a los alumnos un trabajo para casa porque todo lo copian y pegan (y los propios profesores refrescan sus memorias y notas copipegando cosas también, fijo), entonces diseña otra actividad que no penalice sino que al revés, refuerce la facilidad de encontrar información, para luego analizarla. O si no, te dedicarás a perder un tiempo valioso en rastrear de dónde han copiado los muchachetes la información, y, por cierto, lo harás usando, lógica paradoja, el mismo Google del demonio. Porque el mundo del mañana (y qué demonios, el mundo de hoy y el de ayer por la tarde) está hecho de torrentes de información, y eso es lo que hay que aprender a manejar. El día de mañana, el chaval seguirá yendo a la Wikipedia a enterarse de lo que le haya picado la curiosidad esa vez. Enséñale entonces a ser crítico con lo que lea. O ponle a hacer una página para la propia Wiki, por ejemplo. Para que vea que lo que se recoge gratis de ahí costó su trabajo hacerlo.

En fin, que lo que hay que hacer es adaptarse a lo que viene en lugar de temerlo, o la educación ‘clásica’ se convertirá en algo tan invisible como los anuncios de una página de internet, que están ahí, pero no los mira nadie... a no ser que provoquen interés. Y si hay que recurrir a un par de tacos y a una entradilla de periódico sensacionalista, pues que así sea. Siempre que luego se llegue a lo importante. Porque estas cosas las carga el diablo, y me apuesto a que alguno acabó aprendiendo ese día no quién era Quevedo, sino que Dios en la Biblia destruyó una ciudad de maricones que se daban por el culo, entre ellos Góngora, que además era judío y la tenía larga. La nariz. O algo así. K fuerte, klega. MariJuli tia buena, tk, ponedlo xfa.

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