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Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

viernes, 16 de enero de 2009

De gorra y de cajón

Rogorn
en Blogorn

En la columna anterior hablaba del gusto de comprar un periódico a pesar de poder leer las noticias gratis por internet, y alguien en Menéame comentó al leerlo que ‘qué desperdicio de dinero’. Esto, para empezar, no me sorprendió y, para continuar, me trajo a la memoria un artículo de hace un mes en El País sobre la piratería. No la de Somalia, sino la que hacemos todos en casa. El artículo es del director general de la Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual, y habla de cómo frenar la ‘piratería on line’, como la llama él. En un solo día el artículo generó 352 respuestas (gran ventaja de la edición electrónica de los periódicos, por cierto, al César lo que es del César), seguramente escritas entre descarga y descarga, y en ellas se ve que la inmensa mayoría está por defender, con todo el morro y sin ningún desdoro, que qué freno ni qué niño muerto y que nos dejen robar tranquilos.

Dentro de las respuestas hay temas, subtemas, razones, contrarrazones, y todo lo que nos podemos imaginar en gente de variopinto pelaje pero que al menos entra en la página de un periódico serio. Y entre ellos me quedé en la mollera con uno que decía, más o menos: ‘Precisamente estuve hablando con un amigo el otro día de este tema, y él dijo que él nunca compra nada y que se lo baja todo. Que vaya tontería pagar por algo que puedes conseguir gratis. Que cae de cajón’.

No sé si ese amigo será el mismo que todos tenemos para mandarlo al médico a preguntar por remedios para la impotencia, o a Hacienda para que le digan si olvidarse de incluir tal o cual recibo en la declaración es desfalco, o a Mari Juani para que le informe de cómo podría uno ligar con Mari Loli, que a mí me parece maja namás, a ver si mentiendes, pero que a mi amigo se le cae la baba, pero en este caso la naturaleza del amigo es secundaria. A mí lo que me dejó, en dos palabras, im presionado, fue lo del cajón.

Cajón (coma) ‘ser de (guión) algo’, según la RAE, es una loc. verb. coloq. que significa ‘ser evidente, obvio, estar fuera de toda discusión’. Y claro, en ese cajón caben muchas cosas, no sólo lo de piratear cosas por la patilla que sabe cualquier españolito. También cabe que un empresario tenga a la gente a contratejos de seis meses en vez de hacer al personal fijo. Vaya tontería pagar más por algo que puedes tener por menos. Ese era el principio dominante, ¿no? Luego entonces, cae de cajón también. O que las ministras de vivienda quieran meter a la gente en minipisos, con eso de la crisis, con lo cual hay más sitio para más pisos y más gente y más dinero. Es exactamente el mismo tipo de mentalidad cainita, y debido a ella, tenemos el país que nos merecemos, démonos cuenta de ello o no.

Una de las cosas en que me fijo mucho cuando alguien se pone a hablar o escribir en plan ‘vaya país éste, estas cosas sólo pasan aquí’ es para ver si eso que se menciona como típicamente nacional ocurre en otras partes de la pelota rodante también. Y uno se encuentra con que, prácticamente siempre, sea cual sea el defecto de que se trate, se le puede aplicar el PUEP, o Principio Universal de la Ebullición de las Papilionáceas, o séase, que en todas partes cuecen habas. Bueno, pues en este caso concreto el principio no se aplica: esto del pirateo libre no pasa en todas partes. No sólo pasa en esta España mía, esta España nuestra, por supuesto, pero aquí pasa un montón. El propio artículo antes mencionado dice que ‘en algunos medios de prensa, extranjeros y nacionales, se otorga a España - cuna de música, literatura y cine con respeto universal- una marca vergonzosa: ‘España, capital pirata’. La propiedad intelectual es vulnerada a diario con total impunidad sin que las pérdidas económicas causadas a los sectores que dependen de ella, (la música, los videojuegos y el cine principalmente), provoquen una reacción contundente en nuestro gobierno’. En esas naciones que a menudo insultamos y a menudo admiramos como La Frans, los Yueséi o la Pérfida, esto está prohibido, bloqueado, perseguido o al menos tratado y mirado de alguna manera que no dé risa, y no es por creerse unos estirados aguafiestas protectores de una gente que está montada en el dólar, sino porque es un trabajo del que vive mucha gente, no sólo actores y cantantes ricos, y se protege, o esos puestos de trabajo se van a la porra. Y entonces, cuando el dependiente del videoclub que se baja todas las pelis al llegar a casa vea cerrar la tienda, pues a volver a trabajar de seis en seis meses. Si es que llega a tanto. A ver qué tal. ¿Pero aquí? Amos, anda. Aquí la higuera y la nocturnidad están metidas en el adeene y en el deneí.

Y no sólo eso, sino además con el agravante el defender la gorra con el cajón, como hacía el amigo del antedicho. Porque no se trata de que se pirateen cosas con un cierto sentimiento de culpa, sabiendo, aunque sea en el fondo, que está mal, o buscando excusas como que sólo se baja uno cosas que no se encuentran a la venta. Qué va. Se va y se monta una manifa por el derecho. Luego no se monta ninguna por el derecho a robar leche o comida de bebé. ¿Para qué? Habiendo circo gratis, ¿para qué queremos pan?

Luego se extraña la gente de que en un país con estudiantes y curritos de esa mentalidad haya los empresarios y ministros que hay. ¿De dónde creerán que salen? De debajo de la misma piedra, que nadie lo dude. Que ya sólo falta ir a un bar y no querer pagar la caña, con la excusa de que como sólo te bebes la cerveza y no te llevas el vaso, pues eso, de gorra y con un par de cajones.

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