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Este es un blog dedicado a las opiniones e impresiones, sobre todo y sobre nada, de quienes las escriben. Cada uno con su visión e ideas sostiene con su columna una parte importante del edificio. Siéntense a su sombra, hagan corrillo, beban de sus fuentes, ríanse, emociónense, abúrranse, comenten la jugada, o incluso añadan su propio fuste y capitel. Que lo disfruten.

jueves, 8 de enero de 2009

Con-tu-mismo

Lenka
en Esperando a los búhos

Siguiendo el consejo de Juan, voy a plagiarme a mí misma hablando de un tema que me tiene fascinada hace tiempo. A nadie se le escapa que vivimos en un mundo ferozmente consumista. Se trata de un engranaje perfecto de puro simple, aunque parezca complejo. Deseamos lo que vemos, que diría Lecter, así que resulta sencillo meternos cosas por los ojos, máxime si nos lo envuelven con colorines, musiquillas pegadizas y si es un ídolo el que nos lo ofrece. Pero vayamos por partes.

Hace tiempo que suplimos nuestras necesidades básicas (alimento, refugio, calor, vestido) y, como dijo el señor aquel de la pirámide, tenían que aparecer necesidades nuevas. Nuestros ancestros no se aburrían porque no tenían tiempo. Les bastaba con sobrevivir. Hoy día, que no nos acechan depredadores al salir de la cueva, ni vienen los del clan vecino a meternos un estacazo, nos encontramos con que nos sobran horas que hay que llenar. Y, desde que empezó ese proceso, estamos inmersos en la espiral. Avanzamos. Una vez explorado el planeta, por qué no la luna? Una vez conocida la tierra firme, por qué no el fondo del mar? Una vez conocidas las bacterias, por qué no descifrar el genoma humano? Una vez inventado el teléfono, qué tal internet? Es innegable que la mente humana es inquieta, queremos más, vamos a más, y eso nos proporciona comodidades impensables medio siglo antes (o menos, porque cada vez es todo más rápido) pero resulta que también nos esclaviza de mil maneras.

Alguien se ha preguntado por qué aquella primera nevera que se compraron los abuelos con enorme esfuerzo sigue funcionando eones después en la casa del pueblo, mientras que la nuestra, último modelo, flamante y maravillosa, con función no frost y la madre del cordero, ya empieza a perder agua y se le caen los cajones del congelador? Alguien sabe por qué nuestos vaqueros del insti siguen enteros (aunque ya no cabemos en ellos) y los que nos compramos el año pasado están hechos unos zorros? Por qué, si tenían todo el material desde el principio, sacaron cuatrocientas versiones y packs limitadísimos de El Señor de los Anillos, y cada nueva entrega tenía algo que la anterior no tenía? Porque, como cuenta el documental aquel que alguien nos enseñó (fue Kaken??) no interesa la perdurabilidad de las cosas, todo es finito, todo tiene que romperse, escacharrarse y quedarse obsoleto, hay que modernizarse cada mes y estar al día, y gastar, gastar, consumir, y formar parte de la rueda.

Y, por qué? Para ser alguien. Juan se pasma de que, en plena era de la tecnología, la comunicación y la ciencia, estemos cada vez más solos, más aislados. Resulta pasmoso también que en una época tan aparentemente aséptica, segura y avanzada, cada vez tengamos más miedo, seamos más paranoicos. Hemos curado la gripe y podemos vivir con el corazón de otro, pero andamos cargados de stress, ansiedad, neuras, fobias, histerias y síndromes. Hemos, prácticamente, asegurado nuestra vejez, pero nos aterra la idea de llegar a ella, de arrugarnos, de estropearnos. Ya no tenemos lepra, pero tenemos algo casi peor, horror, tragedia: celulitis y estrías, patas de pollo, flaccidez y descolgamiento!!!

Es una época individualista, competitiva y, en mi opinión, superficial. No importa lo que se es, importa lo que se parece. Hay que aparentar belleza y juventud eternas, clase y distinción, ser modernos, estar al día, poder con todo, verlo todo, saberlo todo. Somos lo que parecemos y lo que tenemos. Nos venden exclusividad por kilos, ser especial es ser como el resto en una paradoja descomunal. Si no tienes tal coche, no eres. Si no usas tal perfume, no eres. Los que son, lo tienen. No lo tienes? No eres. Hay que ser. Ser qué? Único, diferente, exclusivo. Como todos esos. Sólo serás tú misma si usas la laca de Penélope, que, obvio, la usan todas las demás para ser como Penélope. Cómo se puede ser exclusivo así, saltando de cabeza al montón? Cómo se puede ser uno mismo basándose en cosas, adornos, firmas, marcas, diseños, etiquetas, tribus?

No puedes ser George Clooney, pero puedes vestirte como él, perfumarte como él y beber el mismo café que él. Puedes parecerte a él, y entonces serás auténticamente tú. No sé a vosotros, a mí se me escapa el concepto. Supongo que siempre (o desde hace mucho) ha existido esta paranoia entre lo que somos realmente y lo que queremos ser, lo que deseamos mostrar a los demás, lo que creemos que se espera de nosotros. Imagino que nunca ha sido fácil equilibrar todo eso, pero es que ahora... hay que parecerse a tanta gente, tener tantas cosas, ser tan auténticamente... todo!! Tenemos tanto tiempo, tantos huecos que llenar... ropa de diseño, coches de diseño, uñas de diseño, pelo de diseño, pisos de diseño, muebles de diseño, relojes de diseño, comida de diseño, cuerpos de diseño, vacaciones de diseño, y deportes, y fiestas, y juegos, y taras y vidas de diseño.

Nada de veranear en Torremolinos, como los cutres. Hay que ir a Vietnam, como ellos, los del glamour y el status. Qué es eso de irse al campo con la tortilla y las palas? No, hagámonos socios del club de golf, como ellos. Aunque no juguemos en la vida. Hagamos puenting, y spatarring, y trompazing, que es más moderno. Para qué ser un feliz mediocre, cuando puedes ser antisocial y fóbico, como ellos, tomar prozac como ellos y hasta esnifar, como ellos?? Es mucho más cool. Hasta envidiamos las miserias de los otros, de ellos, de los dioses. Mi vecina es una zampabollos, Lady Di era bulímica, que todavía hay clases. Yo estoy como una cabra, la Jolie es excéntrica, ella. Qué mona.

Hagamos fen shui, y tai chi, y pilates, y seamos de la kábala y la cienciología, y comamos cardos borriqueros y bebamos agua fresca de manantial tibetano, porque lo hacen ellos. No tenemos ni la más remota idea de qué es, ni para qué sirve, pero lo hacen ellos (que tampoco tienen la menor idea de lo que es), y suena bien, y lo venden bonito, así que hagámoslo. Que es lo último. Tía. Que no te enteras.

Y, claro, como la publicidad es tan lista, sabe bien cuáles son nuestras limitaciones. Sabe que algunos nunca podremos tener los pedruscos de Nicole (si acaso en los riñones) ni el buga de James Bond. Así que nos ofrecen cosas a nuestro alcance, al alcance de todos esos que queremos ser una élite, ser únicos y exclusivos. Y se inventan un lenguaje propio y absurdo para hipnotizarnos. No me refiero a las cremas con ADN vegetal, ni al detergente oxi-action con sistema inteligence (dioooooos!), me refiero a lo que ya cantó Sabina cuando descubrió, seguramente horrorizado, que El Dodaro era un champú. Resulta que la revolución es un cepillo de dientes. Que se pueden reivindicar los rizos!!! Que las pestañas pueden ser extremas!!! Y la perfección, un afeitado!!! Un climatizador es arte!!! Y la magia de la Navidad... la tiene El Corte Inglés!!!

Vaya por delante que admiro enormemente la creatividad de algunos publicistas, capaces de contarnos cualquier historia en apenas unos minutos. Pero confieso que algunas estrategias de marketing me dejan muerta. Hay palabras que se han pervertido por completo, otras las han inventado sin sonrojo y otras nos las meten con calzador con cualquier excusa. A este paso hasta las plantillas para pies fétidos serán un símbolo de clase y glamour. Adquiera esta joya exclusiva, con certificado de autenticidad que vestirá su muñeca con elegancia y distinción, y páguela en cómodos plazos... me desternillo. Oiga, usted, es que la clase está reñida con las cuotas? Nooooo, ya no. Se puede ser distinguido a plazos y sin intereses. Es cómico, o al menos a mí me lo parece.

Y el remate final, el lema del siglo, la frase con mayúsculas y letra de imprenta: "no es lo que tengo, es lo que soy". Toma ya. La paradoja es que si no tengo, no soy. Por eso hay que tener y tener. Cada vez más. Para ser yo mismo, como Banderas y la Scarlett. Y de tanto consumir... nos estamos consumiendo!!!!

Advertencia: esta entrada es puramente cómica, seguramente exagerada y hasta banaliza cuestiones serias por puro afán incordión. Que nadie haga demasiado caso. Estaba un pelín ociosa y decidí tocar un rato las narices. Sin más. Porque yo lo valgo.

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